Para los que no me conocéis personalmente, soy muy crítica con el tema escolar pero, entendedme bien, es hacia el sistema escolar, como está estructurado, las exigencias que impone a unos y otros (me consta que los profesores también lo sufren), y no hacia ningún colegio o profesor en particular.
De estos últimos, como todos vosotros, hemos encontrado de todo.
Y otra advertencia: hemos encontrado de todo en la pública y en la concertada (para evitar susceptibilidades).
He pensado que, el mejor momento para hablar de este tema por primera vez, era esta semana que están de vacaciones de Semana Santa (las más extrañas de mi vida) y así lo podíamos reflexionar de manera más relajada.
Tiempo habrá de hablar del cole durante los cursos sucesivos.
Lo que no deberíamos consentir, como padres, es que el colegio en lugar de ser un espacio de crecimiento y de compartir para todos, y sobre todo para nuestros hijos, sea la mayor fuente de agobio, de angustia, de ansiedad para toda la familia.
No he llegado a esta idea solo por nuestra experiencia personal, que también, sino por las historias que hemos compartido a lo largo de los años con otros padres en grupos y escuelas de familia.
Nuestros chavales tienen suficientes emociones y situaciones a las que atender (los nuestros y cualesquiera otros que hayan tenido adversidades en la edad temprana o sufran otra serie de dificultades) como para que “aprender”, que debería ser un ejercicio motivador y emocionante, se convierta en otro problema más.
¿No os parece?
Pero nosotros, las más de las veces en lugar de ponernos de su parte, de relativizar, de ver que es lo verdaderamente importante para ellos y para nosotros como familia, nos dejamos invadir por la presión del sistema y les presionamos a ellos, les exigimos aún viendo que esa exigencia les sobrepasa.
Hay veces que les sobrepasa por dificultades cognitivas y otras veces por sus dificultades organizativas, de concentración, afectivas, emocionales, por una crisis de crecimiento….mil cosas que este sistema educativo no contempla.
Y no las contempla porque está mal diseñado desde el principio.
Se nos llena la boca suspirando por las bondades del sistema finlandés pero nadie dice que allí empiezan el cole a los 6 años (en Estados Unidos a los 5 siempre que los hayan cumplido antes de septiembre) y que aquí, mandamos a muchos al cole con 2, concretamente a todos los que cumplimos los años en el último cuatrimestre del año.
Y estoy hablando solo del principio.
Precipitar las cosas no siempre da buenos resultados, ahí están los profesionales valientes hablando ya sobre ello porque es políticamente incorrecto decir que no es bueno llevar tan pronto a los niños al cole.
Nos hace sentir culpables.
Algunos de nuestros hijos presentan dificultades ya en infantil, luego van trampeando la primaria (según como esté la ley solo se repite en los cursos pares, si repites una vez ya pasas el resto como sea, si te han escolarizado un año por debajo por venir de otro país, por dificultades con el idioma, etc. te lo dan ya por repetido…..) y, al llegar a secundaria, que encima nos estalla la adolescencia, ya estamos agotados, asustados por si no la sacan y, si la primaria para algunos ya había sido un infierno, lo de la secundaria no tiene nombre porque, por si teníamos poco, han desaparecido los maestros que podías haberte encontrado en primaria que hiciese por entender las necesidades del chaval, es que ahora tienes un montón de “profesores especialistas” y ya el caos puede ser absoluto.
Luego tenemos a los chavales como los tenemos porque, lo que a ellos les llega, es que solo nos importan sus notas, su rendimiento y el problema es que nos da miedo “que no lleguen” y nos asusta qué va a ser de ellos si no lo sacan.
Y aquí es donde nos toca hacer examen de conciencia sobre nuestras expectativas:
¿Llevábamos desde infantil con la cantinela “cuando vaya a la Universidad”?
¿Nosotros somos universitarios y queríamos lo mismo para ellos?
¿No pudimos ser universitarios pero sí queríamos que ellos llegasen?
Pues ahora viene la buena noticia: hay otras opciones.
De verdad, relajaos, tranquilizaros, busquemos opciones juntos, seamos su apoyo, su guía en el camino de la vida, sus padres por encima de todo, pero no consintamos que los requerimientos académicos nos enfrenten con ellos o les lleven a ellos a tener la autoestima por el subsuelo:
- Si cumplen 16 y no han acabado la ESO, y no quieren continuar, pueden hacer una FP Básica (incluso con 15 si cumplen determinados requisitos) de la rama que a ellos les más le guste, hay bastante oferta
- Pueden hacer un examen, con la ESO suspendida, para acceder a ciclo medio (el año que cumplen los 17)
- Pueden sacarla por adultos después de los 18
- Pueden ponerse a trabajar y luego retomar los estudios más adelante cuando lo tengan más claro.
- Pueden sacarse una “titulación” en algo que les apasione: entrenador de su deporte favorito, árbitro, y de esa manera ir dándose cuenta de todo lo que son capaces de lograr.
Sé que es un tema complicado, que algunos llevamos con mucha angustia, y en el que surgen muchos duelos que hacer, pero reflexionemos y decidamos de una ver por todas que es lo más importante para ellos.
Quizá este parón nos haya dado la ocasión perfecta.
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