Le he estado dando muchas vueltas a la necesidad o no de publicar esta entrada.
Al final, he pensado en alguna entrada de Yolanda Cambra , que además de amiga es un referente para mí, en las que expresa sus sentimientos tal cual, también cuando no se siente del todo bien, y ayudan a un montón de gente.
Así que espero que pueda ayudar a alguien expresar como me siento esta semana, en la que no cesa la “lluvia” y no consigo amarla de ninguna de las maneras , en la que me estoy sintiendo totalmente desbordada
a pesar de que ya no hay confinamiento (yo lo he llevado mucho mejor que la desescalada),
a pesar de tener las suficientes herramientas para utilizar y en las que apoyarme,
a pesar de saber que este estado emocional no me lleva nada, no me ayuda, no me construye,
a pesar de seguir con las rutinas que he establecido en este “tiempo a salvo” para crecer.
Buceando un poco en mí, para ver qué es lo que me tiene tan revuelta y tan desbordada, me sale de las “tripas” hablar de la adolescencia sin tapujos, como una buena “malamadre”.
Me llegó a través de un estado de wasap una frase de otra madre de mi grupo de apoyo, Arantxa, esta que dice:
“Quiéreme cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito” y sí, es cierto, la suscribo, nuestros adolescentes necesitan que los queramos más cuando menos lo merecen, pero nosotros también.
Soy consciente de que esta semana no lo he merecido mucho, quizá es que haya tenido una regresión a mi adolescente, es posible, porque me he dado de bruces con el tema de las expectativas, de las que ya he hablado otras veces, pero viéndolas desde el otro lado del espejo: yo tampoco cumplo con las suyas y, de repente, me he sentido removida porque me ha hecho sentir lo duro que es que alguien, a quien amas profundamente, espere algo de ti que tú no puedes darle.
Sentirte continuamente exigido en algo que no puedes dar, y que no depende de ti, aunque quisieras no puedes, crea una sensación de frustración y de rabia difícil de manejar.
Podría citar muchas cosas, seguro que os vienen un montón a la cabeza:
un presupuesto excesivo en ropa porque se ha encaprichado de esto o aquello;
un viaje porque van no sé cuantos a no sé donde que no te parece prudente;
la práctica de un deporte que supone una exigencia excesiva en tiempo o dinero para toda la familia;
querer cambiar de domicilio porque sus amigos han hecho una mudanza a la ciudad….
No sé, ellos nos tachan de ser muy exigentes en muchas ocasiones, pero la verdad, es que ellos también se levantan con un montón de exigencias cada día y, esta vez, me ha hecho sentir muy mal esa sensación.
Posiblemente, lo que peor te hace sentir es que por más que des explicaciones racionales a esos “no se puede” ellos siguen exigiendo y comportándose como si jamás te hubieran oído decir nada
¿Acaso no seguimos nosotros también exigiendo cosas que sabemos que ellos no pueden darnos (un comportamiento, un aprobado, una nota más alta, una madurez, una conducta determinada, el esfuerzo, la motivación….)?
He leído y oído a bastantes especialistas en estos días, que muchos de nuestros hijos han estado más tranquilos en el confinamiento porque han dejado fuera el estrés del cole, la presión social del grupo o la cantidad de actividades a las que asisten semanalmente.
Yo doy fe de ello, a mí me habría venido bien seguir en confinamiento unos cuantos años más porque ha sido como un oasis de paz.
No han vuelto al instituto, afortunadamente (sí, ya lo sé, puede sonar raro, pero en mi caso es así) pero seguimos estando en la recta final de un curso que había que levantar a pulso, por muchos motivos, y que ahora en el último tramo, cansada como todos los años, con la desmotivación en cifras récord, intentando compensar las semanas de confinamiento con salidas infinitas con los amigos (y que lo entiendo, son su bálsamo y su válvula de escape)…no es el mejor escenario para nadie.
La presión de la tarea escolar la tienes ahí, es el sprint final, venga, ya queda poco, solo un poco más….y tú solo quieres que acabe, por favor, que sea lo que tenga que ser, pero que acabe….
Tenemos claro cual es nuestra prioridad, nuestros hijos, pero ¡qué difícil librarse de esta presión!
Consiguen sembrarte la duda de lo mala madre que eres por dejar que esté de paseo, ahora que se puede, en lugar de estar hincando los codos sin tregua para sacar un curso que a ellos, a los chicos, les importa poco, por no decir nada.
Y la que me siento mal, soy yo.
Y si tenéis la “suerte”, como yo, de tener algún adolescente con la amígdala “respondona”, que salta con facilidad, que parece que tenga un imán para meterse en los líos que tú le has dicho mil veces que deje pasar de largo, que no haga caso de las provocaciones y lleva toda la semana poniéndote en jaque por un motivo o por otro…¡será por motivos!” pues igual ya sí que puedo encontrar la respuesta a todo mi desbordamiento.
Así que… si un día te sientes sola, con pareja o sin ella, tremendamente sola,
si sientes que estarías bastante mejor a cientos de kilómetros de donde estás en este momento,
si te parece que nadie cuenta contigo, que te están dejando de lado,
si crees que tienes muchos recursos pero que te fallan cuando más falta te hacen,
si jurarías que todo lo que creías que habías avanzado se está desmoronando de repente….
tengo una noticia para darte: es normal, date permiso,
tienes derecho a sentirte mal,
tienes derecho a ser un poquito “adolescente”,
tienes derecho a no ser tan fuerte,
siéntelo, acompáñate, quiérete, justo ahí….cuando menos crees que lo mereces.
Permítete sentirlo por unas horas, por un tiempo, escúchate…y luego ¡SÁCALO!
Háblalo con alguien que pueda escucharte sin juicios,
Ponte música a todo volumen,
baila, canta, o llora….lo que necesites.
Tenemos derecho a tomarnos un respiro, de verdad.
Descarga GRATIS la guía:
"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"
Desbordamiento! Todas hemos sentido eso a lo largo de la vida y más cuando se es madre o abuela. Y más en estos tiempos que parece que no les importa muchas cosas a muchos@s adolescentes. Pero confiar que llegarán a entender nuestras preocupaciones. Es bueno desahogarse , sea llorando , charlando o chillando. Paciencia.
Un abrazo Amparo y si en algo podemos ayudarnos ya sabes.