Hoy los astros han confabulado para hablar de orígenes.
En adopción los “orígenes” siempre están presentes, hables o no de ellos, pregunten o no, haya búsqueda o no la haya todavía o no la haya nunca, aunque siempre la hay de alguna manera…
De ahí la imagen del trisquel, porque la familia biológica siempre debe tener su hueco en nuestra “ecuación familiar”.
¿Cuántas veces nuestros hijos han llegado “revueltos” del cole porque les han pedido un árbol genealógico, un camino de vida, mil preguntas sobre nuestro embarazo…?
Para ellos ese vacío siempre está ahí.
Pero siguen creciendo y cada vez se van haciendo más preguntas…si tenemos la suerte de que nos las confíen, de que nos hagan partícipes de sus inquietudes, de sus miedos, de sus luchas internas, vamos a tener la posibilidad y la responsabilidad de acogerlas, de acompañarles, de contenerles….y de ayudarles a buscar.
Yo he hablado con algunos adoptados que no es que no quieran hablar de sus orígenes, es que ni siquiera quieren saber de su país.
Me contaba una madre que su hijo, de origen ruso, le decía que no quería saber nada de allí porque allí “abandonaban a los niños” y otra, ya adolescente, que teniendo algún recuerdo, tampoco quería saber nada porque aquello era “horroroso”.
También conozco a un chaval de adopción nacional, en España, que pensaba que su caso era peor, porque en España nadie abandonaba a sus hijos, entendía que en internacional había otros países con otras situaciones económicas, culturales, políticas….pero aquí, en su entorno adoptivo, veía como todas las familias esperaban con alegría e ilusión a sus hijos y no comprendía que había podido pasar con él.
Son realidades difíciles de gestionar
¿Qué autoconcepto se están haciendo de ellos mismos?
En algunos de nuestros hijos, sin embargo, más tarde o más temprano, aparece una necesidad imperiosa de búsqueda, de contacto, de saber, de ver….en la mayoría de charlas sobre orígenes que he escuchado últimamente, y han sido varias, nos hablan de que “búsqueda” no siempre es contacto, que puede ser solo conocer el país, la realidad que pudo llevar a su abandono, saber de donde venía su nombre, tener algún referente…pero también tenemos que estar preparados para cuando esa necesidad va más allá, cuando manifiestan su búsqueda con sufrimiento, con ansiedad, cuando hay algo que se les está removiendo por dentro, porque necesitan referentes, porque necesitan un espejo biológico, porque necesitan saber qué vida llevan otros hermanos, o la familia extensa, o los propios padres biológicos si existe esa posibilidad.
Quizá ese momento no les llegue a todos, tal vez algunos esperen hasta la edad adulta, o a ser padres ellos mismos…pero hay que estar preparados.
Supongo que ellos tienen tanto miedo como nosotros a lo que se pueden encontrar: quizá descubrir que hay reencuentros que no se podrán producir nunca, tal vez una familia que, de alguna manera salió adelante sin ellos, de otra manera, con otros medios, pero tener que aceptar que ellos no están allí pero que otros, hermanos mayores, primos, etc sí han estado.
Conozco varios casos que solo se han dado en adopción a los hermanos más pequeños, mientras que otros más mayores quedaron con la familia de origen ¿y cómo gestionamos eso con ellos?
¿Cómo gestionamos si para cuando ellos busquen y encuentren determinada información su madre bio ya ha fallecido?
También debemos prepararnos para acompañar esos duelos.
El miedo no es solo a lo que vayan a encontrar, o a no encontrar, es también por nosotros, por como reaccionamos, por sernos leales, por no traicionarnos.
Esto se lo he oído decir a adultas adoptadas, pero pensaba que, como en casa siempre lo habíamos hablado con naturalidad, cuando había salido el tema, y habíamos acogido sus preguntas, sus dudas, que mis hijos, llegado el momento, sabrían que estábamos ahí para ellos.
Sin embargo, un día hace poco, hablando con mi hija del tema, me decía justamente lo mismo que tantas veces había escuchado…que sentía que nos estaba “traicionando” y, con sorpresa, le expliqué que no, que para nada, es su historia, sus orígenes, su otra familia y es normal que quieran buscar, que busquen esa referencia, ese espejo.
Hoy dándole vueltas al asunto porque me consta que, cuando llegue el momento, no se va a entender en mi entorno, se me ha ocurrido que nuestros hijos, se podría decir que tienen una “crianza compartida” unos padres biológicos que pudieron concebir, una madre biológica que gestó y parió, que es la parte que no hemos podido hacer muchos de los padres adoptivos, y luego unos padres adoptivos que somos los que hemos podido criar, educar y acompañar.
Ya, ya sé que no es así de simple porque muchos han pasado por instituciones, se han gestado con mucha adversidad y tantas y tantas realidades como todos conocemos pero bueno, sería una manera de verlo desde una perspectiva que no enfrenta, que no hace a unos más que a otros, sino que cada uno ha tenido su papel para que, este hijo que ahora tenemos, haya llegado a SER.
El respeto, nuestro respeto a su familia biológica, a su identidad, a su cultura, a sus circunstancias…es imprescindible en este proceso.
Para ellos, tampoco habrá sido fácil, es muy posible que encontremos, si encontramos, que hay mucho sufrimiento.
Lo importante es que ellos encuentren su lugar, y que no se sientan que les falta una mitad, que son un árbol sin raíces, que han perdido una parte tan importante de su vida, que al mirarse en el espejo, se reconozcan en una foto, en un referente, que tengan un porqué con el que responder a tantas preguntas.
Aunque quizá todo esto nos abra un montón de interrogantes a nosotros pero los protagonistas, no lo olvidemos nunca, son ellos.
Es SU historia.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"