Creo que una de las cosas importantes que debemos enseñar a nuestros hijos es la colaboración desde pequeños, en la medida de sus posibilidades, en las tareas de la casa.
Para mí es una manera de enseñarles lo que es una familia, no un hotel en el que te encuentras todo hecho, y dar valor a lo que supone el trabajo doméstico tan invisibilizado muchas veces.
También puede ser una manera de crear vínculo a través de tareas echas entre todos que repercuten en el bien común, se sienten valiosos, y validados en esa aportación suya.
Nosotros nunca hemos tenido problema para compartir las tareas con mi marido, que eso en otras parejas es un capítulo aparte, pero con los niños…¡eso es otro tema!
Ahora que son más mayores, y empiezan a soñar ya con su independencia, es aún más difícil que colaboren que cuando eran pequeños.
En mi experiencia, de pequeños les hacía gracia hacer ciertas tareas, les hacía sentir mayores, también va un poco en el temperamento de cada uno.
En nuestro caso, ha sido siempre más colaborador el mayor que la pequeña, aunque luego había cosas que a ella le gustaba hacer (como la repostería) y se apuntaba rápidamente a la cocina a probar y elaborar cualquier receta.
Como ya publiqué en mi entrada ORDEN O PAZ hay batallas que me cuesta dejar de luchar pero que creo que hay que hacer ese ejercicio de consciencia de ver que parte es mía y qué les toca a ellos.
El tema de la colaboración sigue siendo recurrente, ellos justifican siempre su falta de implicación con mil excusas y yo me siento impotente de no saber transmitirles algo que, para mí, es tan básico y tan necesario para toda la familia en este momento y para su desarrollo posterior cuando ya vuelen solos.
Así que, cuando ya no sabía como más plantear el tema….se me ocurrió escribir una fábula con un final abierto y varias preguntas con las que abrir un debate.
Os debo confesar que hay que seguir trabajándolo, que no ha surtido un resultado tan eficaz como yo esperaba, pero quería compartirla porque estoy convencida de que puede ser un buen recurso y quizá os pueda servir en otras familias
Cuando eran más pequeños sí que era más fácil generar debate a través de los cuentos, de las historias….lo veían como algo más ajeno que su propio conflicto y se podía utilizar muy bien para hablar de algunos temas.
Espero que os guste y os sea útil.
“EL HOGAR DE LOS CABALLOS”🐴🐴🐴🐴
Érase una vez una familia de caballos que se habían construido un bonito hogar de madera.
Una vez terminado, querían trasladarlo a una preciosa finca verde, con árboles, un riachuelo, y todo lo necesario para vivir tranquilos.
La familia estaba compuesta por un padre, una madre y 2 potros jóvenes (aquí ponéis la composición de vuestra familia)
Los padres explicaron a los hijos, lo mejor que pudieron, que necesitaban la fuerza de los 4 para trasladar la casa a su finca…con la fuerza de los 4, tirando del carro en el que la iban a colocar, podrían llegar hasta allí sin problemas.
Hasta ahora, siempre habían sido los padres los que habían tirado del carro, pero en este momento, necesitaban también la fuerza de los potros.
Así que subieron su preciosa casa a un enorme carro y juntos los 4 se pusieron a tirar de él.
Iban más o menos bien, aunque los potros, como es normal por su juventud, se entretenían a veces a comer de las frescas hierbas de los lados del camino, o a beber agua de algún arroyo….y los padres les recordaban pacientemente que había que seguir tirando del carro.
Un día la yegua madre enfermó y todos se asustaron mucho, por ella, y por como iban a seguir el camino si uno de los caballos adultos no podía tirar tanto.
Se pararon a pensar, y decidieron que sí podrían, que la yegua descansaría cuando lo necesitara, subiendo ella también al carro, y que los potros tirarían un poco más junto con su padre para llegar con su hogar hasta su finca.
Al principio, estaban muy animados pero, poco a poco, se fueron distrayendo, unas florecillas por aquí, un arroyo por allá, un potro de otra familia que se acerca a jugar con nosotros…todo era normal, eran jóvenes y no se daban cuenta que, sus distracciones cargaban cada vez más a sus padres.
El padre intentaba dejarles disfrutar, que descansaran al menor síntoma de dolor o cansancio, los quería con toda su alma, eran su vida, y quería que fueran felices y llegar con su hogar a aquella maravillosa finca que todos soñaban.
Pero tanto, tanto se cargó con las responsabilidades de todos, con el peso del hogar, del carro, la enfermedad de la yegua, el bienestar y la tranquilidad de los potros, tanto se desentendieron estos de su responsabilidad como parte de aquella familia, que un día el padre explotó: se sentía solo, estaba profundamente triste porque solo él cargaba con la casa, solo él daba pasos hacia delante para llegar a la finca de sus sueños mientras los potros hacían lo que les daba la gana, sin tenerle en cuenta, sin respetarle, sin apoyarle, sin ser conscientes de la situación.
El caballo pensaba ¿si solo yo quiero llegar a la finca, para qué?
¿Qué sentido tiene?
Mi yegua no puede tirar ahora conmigo, mis potros solo quieren su comodidad ¿y yo, dónde quedo yo? (esta idea de que es el padre el que carga, también la podéis modificar en función de la situación de vuestra familia)
El final de esta fábula es abierto….invita a la reflexión y al debate…
¿Qué te parece la actitud de cada uno de los personajes?
¿Cómo te sentirías tú si fueras el caballo?
¿Qué opinas de la actitud de los potros?
¿Qué crees que es la finca?
¿Crees que llegarán si siguen así?
¿A qué precio, quién sufre o cómo sufre cada uno?
¿Qué más crees que puede hacer la yegua en su situación?¿Cómo crees que se siente ella?
Autora: Amparo Sánchez Alegre.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"