Bueno….pues ya podríamos decir que ha pasado esta extraña Navidad que nos ha tocado vivir este año.
Hemos comenzado el año 2021 con ganas de que el rito de las uvas fuera como un chasquido de dedos que nos llevase a otra “normalidad” que añoramos… pero no ha sido así, ahí sigue el virus, las distancias, las restricciones, el aumento de los contagios, las vacunas (con recelo para unos, con lentitud para otros…).
Vamos, que hemos cambiado de año pero, más que nunca, somos conscientes por una vez de que seguimos en las mismas y que solo nosotros podemos hacer la diferencia viviendo lo que venga de otra manera, o no.
Me estoy desviando de tema…yo quería hablar de los regalos de la Navidad.
No ha sido una Navidad fácil, no os voy a engañar pero, aún así, ha traído muchos buenos regalos aunque quizá había que mirar más para verlos.
Este año, más que nunca, tocaba buscar la “Magia” de la Navidad dentro de cada uno de nosotros.
Mi Navidad empezó allá por el 23 de diciembre con la fiesta final (todo virtual y sin riesgos) de mi curso de Mayeútik coaching de Kuestiona.
Ha sido una experiencia vital increíble.
He conocido a compañeros de medio mundo (ventajas del online) con los que compartir pasión, experiencias y retos, con los que hemos conformado una familia virtual a pesar de las distancias y de la aparente frialdad del Zoom.
El aprendizaje que me llevo espero que vaya creciendo día a día con las prácticas, los repasos, las lecturas y me ha llenado de herramientas para acompañar a otras personas a lograr aquellos retos que se propongan, especialmente en el ámbito de la crianza adoptiva, que es en lo que mi experiencia vital me otorga un valor añadido.
Este Adviento elaboré un calendario casero con una reflexión para cada día y un pequeño detalle para el Belén.
Otros años habían tenido el típico calendario de adviento de chocolatinas y este quería hacer algo diferente.
Sinceramente, no tenía muy claro que mis adolescentes me siguieran el juego…pero, para mi sorpresa, conseguimos llegar al 24 y tener todos los días abiertos.
Para mí, fue un bonito regalo reflexionar, aunque fuera brevemente, sobre algo cada día.
La Nochebuena nos trajo regalos, algo muy poco usual en mi casa que somos fan de los Reyes Magos de toda la vida pero la ocasión lo merecía.
Con el primer mini sueldo de mi hijo mayor como entrenador de baloncesto, quiso hacernos un regalo a cada uno de casa y, como los compró con tiempo, no tenía paciencia para aguantar hasta Reyes…digamos que la paciencia no la tiene tan trabajada como la generosidad.
Lo importante de esa noche no era el regalo en sí, el regalo fue el orgullo de que fuera tan generoso y de ver la ilusión con la que lo hizo…algo de la siembra va dando frutos.
La Nochevieja trajo alguna crisis entorno a las campanadas (y no, la culpable no fue la Pedroche sino los Youtubers) pero, una vez salvada, resulta que el conflicto estaba más abajo.
Este difícil año daba paso a otro que no nos trae mucha más seguridad ni certidumbre.
La sensación de pérdida, de no estar haciendo nada, de no poder avanzar…nos pasa factura a todos pero, para mi sorpresa, a un chaval de 17 años le ha supuesto un revulsivo para ponerse las pilas y formarse propósitos muy realistas y muy reflexionados de cara a su mayoría de edad ¡regalazo!
Ahora habrá que acompañar la constancia, que en el adolescencia no suele ir sobrada…pero, de momento, los buenos propósitos están ahí.
También hay días que surgen crisis difíciles de gestionar y que nos revuelven por dentro.
Cuando en estas situaciones tienes una red de apoyo, un grupo de padres, con los que compartir crisis, experiencias, retos…y te sientes seguro y te escuchan y te sientes entendido, escuchado, comprendido, acompañado….no te puedes sentir más agradecido.
Ahí está el regalo.
Porque las crisis van a venir y hay que saber sacarles provecho, no podemos pasar por ellas como si fueran una tormenta y acabar mojados como pollos pero sin aprender nada.
No, las crisis tienen que servir para aprender, para crecer, para avanzar.
La nuestra de estos días nos ha llevado a conversaciones muy interesantes, a conocernos un poco más todos, a saber por donde seguir, a buscar nuevas herramientas para enfrentar dificultades que se han puesto de manifiesto y ahí está el regalo y también el crecimiento.
Yo en particular, he afrontado emociones más profundas que otras veces había tapado con rabia o enfados (exactamente como hacen nuestros hijos) pero que ocultaban una tristeza profunda y un duelo pendiente de hacer por algo que ni tuve, ni tengo, ni tendré…y ese trabajo es solo mío pero, por fin, creo que lo he hecho.
Así que creo que puedo afirmar que sí han venido los Reyes Magos este año a mi casa y nos han colmado de regalos.
Algunos visibles, otros intangibles, pero todos han traído un poquico de magia a nuestros corazones.
Ojalá sigamos viendo esa magia en cada día de este 2o21 recién estrenado.
Ojalá nos colme de aprendizajes, de crecimiento y, por supuesto, de consciencia.
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