Hoy me he despertado con la noticia de que es el Día mundial contra el cáncer.
No lo sabía.
Quizá es que no me gustan mucho los “Días de….”
Las causas que lo merecen son para todos los días.
Sé que se trata de concienciar, de dar visibilidad, etc. aunque corramos el riesgo de quedarnos solo en eso, en un día para dar valor a una causa y otros 364 para ignorarla.
Si algo te enseña esta enfermedad, es lo vulnerables que somos.
Mientras tenemos salud nos parece que somos fuertes, que no podemos bajar el ritmo, que podemos hacer esto y aquello y, de repente, resulta que no, que todas esas fortalezas que creíamos infinitas se tornan finitas, que tu cuerpo cambia, que no tienes la misma fuerza, que estás cansada, que tienes que dejar los proyectos y los planes, y centrarte solo en cuidarte para que todo siga adelante.
Yo ya me había enfrentado a la enfermedad en otras ocasiones, hace más de 20 años que estoy operada de la espalda y, desde entonces, he tenido temporadas regulares, malas y peores….y ahora llevo unas semanas que se me ha juntado todo, así que la sensación de vulnerabilidad, de incapacidad, de que el cuerpo no me acompaña, lo limitante de la situación es mucho más acusado.
Y todo esto me lleva a reflexionar :
¿Cómo nos manejamos con esa vulnerabilidad?
¿Cómo aceptamos la debilidad, bien sea por enfermedad o por otro motivo?
¿Qué sentimos en esos momentos en que no somos tan fuertes como creíamos?
Hace unos meses, en una práctica del curso de coaching, un profesor nos mandó hacer un ejercicio: se trataba de mirar al compañero a los ojos unos segundos y, por intuición, decir como se mostraba y qué escondía detrás de esa fachada.
Alguien, que no me había visto nunca, que no sabíamos nada el uno del otro, me dijo: “Te muestras fuerte para ocultar que eres vulnerable”….
¡Me rompió!
Creo que nunca nadie me describiría como “vulnerable”, sin embargo, tenía toda la razón.
Me tocó en lo más profundo.
La realidad es que no me manejo bien con esa vulnerabilidad.
Necesito sentirme y saberme fuerte.
Necesito creer que puedo con todo.
Necesito pensar que soy independiente, que me valgo por mí misma.
No soporto depender de los demás, que me tengan que ayudar….
Y esta es una asignatura pendiente para mí: la aceptación de mi vulnerabilidad, de mi debilidad.
Sé que muchas os sentiréis reflejadas en este sentir mío, estoy segura de ello pero entonces, si no aceptamos nuestras debilidades y nuestra vulnerabilidad
¿Qué tal nos manejamos con la de nuestros hijos?
Y no me refiero a la vulnerabilidad de cuando son bebés, esa que es tan tierna y que arropamos con todo nuestro cariño.
No me refiero a la vulnerabilidad de cuando están unos días enfermos, con fiebre y los cuidamos y todo sigue bien.
Me refiero a todas esas debilidades que van surgiendo conforme crecen pero sus fortalezas no crecen al mismo ritmo.
Me refiero a cuando surgen las dificultades de aprendizaje porque algo no va bien, o simplemente, no va a la misma velocidad.
Me refiero a cuando surgen las dificultades sociales porque ellos no saben relacionarse adecuadamente con sus iguales.
Me refiero a cuando surgen las dificultades de conducta porque ellos viven siempre en alerta y ven el mundo como un lugar hostil en el que tienen que estar a la defensiva.
Me refiero a cuando son casi adultos y, en ocasiones, vuelves a ver esas rabietas, esos bloqueos de niños.
Ayer volví a escuchar ese símil del avión, que cuando hay que ponerse la mascarilla de oxígeno, aunque parezca extraño, nos la tenemos que poner primero nosotras, para estar bien protegidas y así poder ayudar a los niños a ponérsela.
Pues me hizo pensar en esto…¿Cómo voy a atender su vulnerabilidad si no sé atender la mía?
¿Cómo voy a aceptar sus debilidades si no acepto las mías?
Sentirnos, conocernos, aceptarnos a nosotras mismas, y querernos así, en nuestra vulnerabilidad, es el primer paso y más necesario para poder aceptar las de ellos y acompañarlos en su camino de aprendizaje y crecimiento.
Y no pasa nada…es desde esa aceptación que podemos encontrar la fortaleza que necesitamos para mirar su realidad con sus gafas y acompañarles.
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