Hoy os voy a hablar un poco de mí.
Soy de las pocas personas de mi edad, por no decir la única que yo conozco, que todavía nació en casa, concretamente, en casa de mis abuelos maternos.
El practicante que atendió a mi madre en el parto, primo de mi abuelo, no es que fuera muy empático con mi madre, aún así, como había oído la historia montones de veces, cuando falleció, yo acompañé a mi madre al funeral….no sé, me parecía una manera de cerrar el círculo: él me había ayudado a llegar a la vida, yo fui a despedirle cuando dejó la suya.
Me pareció que teníamos un vínculo.
Mis hijos nacieron en un hospital y quedaron ingresados en neonatos, solos, con dificultades médicas…como muchos de vuestros hijos.
Tanto si sabemos más o menos o nada de su historia, no tuvieron una llegada a este mundo tan bucólica como la mía.
En muchos casos, no hubo vínculo ninguno en ese momento del nacimiento que debería ser mágico y en el que es vital para el bebé “apegarse” a alguien.
A la madre sería lo ideal, pero en el caso de la mayor parte de los nuestros no pudo ser así.
Y no voy a entrar a valorar el porqué, a veces me pregunto si no se podía haber ayudado un poco más a alguna de esas madres, desde los servicios sociales, para que la historia de nuestros hijos fuera otra.
Eso da para otra entrada, otro día.
De neonatos mis hijos fueron a un centro de acogida o casa cuna, donde había profesionales y técnicos a su cuidado con los que, en una situación normal de apego, deberían haber tenido alguna vinculación después de pasar 2 o 3 años con ellos ¿no?
Pues la pequeña no hablaba, así que poco podía decir, pero el mayor, que hablaba por los codos, no hubo modo de que nos contase absolutamente nada de ninguna cuidadora.
Me decía: “Mamá es que había una, otro día otra…una con una coleta era bastante maja pero no me acuerdo de su nombre ni nada”
Sin embargo, había habido una voluntaria que lo había estado sacando del centro un par de veces todas las semanas desde los 18 meses.
Total, año y medio nada menos.
Cuando nos entregaron su equipaje, la psicóloga que acompañó la vinculación, nos dijo que era muy raro que tuvieran tantas cosas y tanta ropa…pero nadie se preocupó de investigar…
Cuando yo deshice el equipaje en casa, me encontré entre las cosas de mi hijo un CD grabado con canciones infantiles y una tarjeta con una nota dentro que hablaba de lo maravilloso que era mi hijo, me contaba cuanto lo quería, cuanto se alegraba por él y que si podíamos enviarle fotos suyas de vez en cuando.
Yo entonces era una pardilla, pero muy muy pardilla, y cuando me llamó la psicóloga a ver que tal íbamos, le conté lo que me había encontrado y me pidió que le enviara la tarjeta y la nota para tomar medidas porque estaba totalmente prohibido, me negué, pero me comprometí a romperla y a tirarla.
Me metió mucho miedo con posibles extorsiones y otras historias para no dormir…
No solo es que le dijera que la iba a romper….es que lo hice.
Llevo 15 años arrepintiéndome.
Mi hijo la nombraba continuamente, que si había ido a coger ciruelas con ella, que si le había explicado esto, que si le había contado lo otro….hasta que un día me senté con él y le pregunté si entendía que ella se había quedado en la ciudad donde él vivía antes y que estábamos a más de 600km que por eso no venía a verle.
A lo que él, con su lógica aplastante, me respondió: ” Mamá, nosotros hemos venido en coche y ella tenía un coche azul pequeño, podría venir a verme si quisiera”
Quise morirme en ese momento….fui totalmente consciente de que él lo estaba viviendo como un abandono, que si había tenido poco con el primer abandono en el momento del nacimiento, que yo no había podido evitar, estaba viviendo un segundo abandono….que yo sí podría haber evitado si hubiera estado bien asesorada, o no hubiera sido tan pardilla.
La decisión de tirar la tarjeta fue mía.
En otras ocasiones, me hablaba de un niño que dormía con él hasta que lo habían sacado de la habitación para meter a su hermana pequeña y que él creía que ese niño se habría ido con algunos papás, aunque habían dejado su foto en la cama pegada…muchos años más tarde, cuando pedimos información a petición de mi hija, de la familia biológica, resulta que tienen otro hermano, tan solo 12 meses mayor que él, que fue dado en adopción, sí, pero un año más tarde que ellos.
Y a lo que yo voy….¿A nadie se le ocurrió que para mi hijo era importante mantener esos vínculos?
¿Nadie pensó que para mi hijo era vital seguir en contacto, de alguna manera, con la única figura de apego que había tenido?
¿En serio ningún técnico de los que están al frente de estos procesos es consciente de que los sometemos a una nueva herida de abandono?
¿No podían habernos hablado claro del otro hermano, haber mantenido el vínculo entre ellos allí, y haberlo continuado cuando lo dieron en adopción con la familia adoptiva?
También había otra hermana, mucho más mayor, fruto de una relación anterior de la madre, que los había ido a visitar al centro hasta una semana antes de adoptarlos nosotros y nadie nos mencionó siquiera que tuvieran esa relación.
¿No se debía haber mantenido por el bien de los dos?
Tengo que confesar que yo tengo todas estas respuestas claras ahora, 15 años después, con mucha más formación (entonces no tenía ninguna), y con la experiencia de lo que les he visto sufrir a ellos por el abandono y el desarraigo.
Pero es que yo suponía que estaba tratando con profesionales que SÍ sabían lo que hacían y sobre eso, ahora que tengo un poco de idea, es sobre lo que tengo muchísimas dudas, pero muchas.
Mis hijos, como muchos de los vuestros, estoy segura, no son solo víctimas del abandono de sus progenitores por los motivos que fueran, son víctimas también de la mala gestión que se ha hecho desde servicios sociales del cuidado de sus vínculos, de esos que se debían haber mantenido porque conformaban su estructura emocional: cuidadores, compañeros, voluntarios, y hasta hermanos.
No tengo experiencia con familias de acogida pero, por lo que he leído en algún testimonio, que los niños que acogen sigan o no en contacto con ellos, cuando son dados en adopción, depende de la voluntad de los padres adoptivos.
Pues bien, por el bien de vuestros hijos, no rompáis esos vínculos, son parte de su historia, han llegado hasta vosotros gracias al apoyo de esas familias, o de quienes se hayan ocupado de ellos hasta el momento de la adopción.
Nuestros hijos tienen una vida previa a empezar a compartirla con nosotros y es su derecho preservarla, conocerla y seguir creciendo apoyados en esas redes, en ese forjado que ha ido fortaleciendo su estructura emocional.
P.D. Me consta que el tema de familia está transferido a las CCAA y que puede haber diferencias de unas a otras en este y en otros temas. En esta entrada reflejo mi experiencia personal y la de otras familias por los testimonios y comentarios que he leído o escuchado de sus procesos.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"
Ahhhhh…
Las familias de acogida lo tenemos peor todavía
😒
Disculpa la tardanza en responderte.
¿A qué te refieres concretamente con que lo tenéis peor?
Conozco a pocas familias de acogida y me gustaría que me compartieras tu opinión.
Muchas gracias.