Cuando yo era cría, ya hace unos años, nos dábamos postales de Navidad incluso entre las compañeras de clase. A mí me encantaban estas de Ferrándiz por la dulzura que transmitían sus caras….eran tan tiernas….
Aprovechando las fechas que estamos, he querido hacer un análisis de lo que entendemos por Navidad llevando, como no, el tema a donde nos interesa.
Etimológicamente NAVIDAD viene del latín y significa “nacer”
Bien ¿Cómo nos imaginamos al símbolo de la Navidad por excelencia, al Niño?
Tranquilo, dormido, sonriente si está despierto, callado, allí aguantando el frío los que somos del hemisferio norte pero sin rechistar ¿ Es o no cierto ?
¿Cómo nos vamos imaginando, mientras esperamos, a nuestros propios hijos?
Pues un poco igual ¿No? No sé si es por esta imagen de lo que sería la familia perfecta, por imaginario cultural, porque es algo muy anhelado, porque a los bebés (porque esa es otra, las más de las veces imaginamos a un bebé) se les supone una dulzura que se pierde luego de más mayores….no sé porqué pero sí sé que casi nadie se imagina a su hijo berreando, retando, contestando mal, tirando la merienda al suelo, negándose a lavarse los dientes…..¿A qué no?
Y de ahí viene el asunto de la EPIFANÍA que etimológicamente viene del griego y significa: “mostrarse, aparecer, manifestarse en la superficie” y entonces es cuando nos vamos dando cuenta de lo que en verdad ES.
Después de llevar meses, y en la mayoría de los casos años, imaginando y soñando con ese hijo perfecto que nos va a llegar, que creemos se va a parecer al mismísimo Niño en el pesebre….llega lo que de verdad es:
Perfecto, precioso, lo queremos con locura….sí pero….toca elaborar un duelo porque es más que probable que no se parezca en absoluto a lo que teníamos idealizado.
El otro día una madre me decía: es que ibas, te traías un bebé pensando en que fuera pues como la hija que habías pensando siempre: achuchable, cariñosa…y al año ya no quería que te acercaras a ella ni la abrazaras…. y eso, toca gestionarlo. Y puede llegar a ser muy duro en ocasiones.
Yo tengo que reconocer que soy la primera que nunca pensé que sería tan complicado.
Hay algunas cosas que asumes, pero otras ni te las planteas…al menos no cuando yo adopté que había menos grupos, menos profesionales, aún menos formación y menos información.
También sueñas con que lleguen y se integren en las familias extensas maravillosamente bien y, a veces, ocurre, pero muchas otras, pues no.
En mi caso iban a ser los primeros nietos en las 2 familias pero supongo que, en otros casos, llegan y ya hay primos, y ellos no siempre se desenvuelven bien en grupo, no tienen habilidades sociales, sus comportamientos muchas veces no son los deseables, toca bregar con el cuñado que dice que lo tendrías que hacer así o asá, con el abuelo que comenta que en sus tiempos se educaba de otra manera y nos toca, de vuelta a casa, escucharles a ellos y saber como se sienten en medio de ese maremágnum que es nuestra familia, a la que nosotros adoramos (o no) pero que quizá a ellos les cueste la vida encajar, por las relaciones, por las situaciones, por los comentarios con o sin intención de unos y otros…
¿Y qué hacemos entonces? Pues muchas veces, intentar que “traguen”, como llevamos años tragando nosotros, con situaciones que no nos gustan pero ellos no tienen herramientas para gestionar…aún en el caso de que nosotros sí las tengamos (y muchas veces tampoco las tenemos).
Recuerdo hace años, en un grupo de padres, que una señora contaba que ella, para soportar las Navidades en casa de su familia política se tomaba un par de copas de vino, pero ¿Y qué les damos en esas situaciones a los niños? Porque ellos se dan cuenta igual que nosotros, y a veces incluso mejor, de todo lo que se cuece en las familias (tienen un radar impresionante).
Ya os decía que mis hijos eran nietos únicos cuando llegaron, sin embargo, teníamos unos amigos, muy amigos, con un hijo único, que se había acostumbrado a tenernos a los 4 pendientes de él. Pues…fue muy complicado porque, sin saber hacerlo de otra manera, para seguir captando nuestra atención, no paraba de chinchar a mis hijos recién llegados, y tocó poner distancia para que los míos pudieran establecer los vínculos de una manera tranquila y sana. A día de hoy aún le recuerdan como “aquel niño que no paraba de meternos miedo”.
Entonces, nos queda claro que tenemos unos hijos maravillosos, a los que adoramos, pero que muchas veces tienen muchas más dificultades de las que esperábamos en algunos ámbitos: en la escuela, en el entorno social, en la familia….y que toca ver y reconocer al hijo que sí tenemos y elaborar el duelo de lo que habíamos imaginado y que ni es, ni será.
Que este hijo, ni ninguno, no viene a llenar nuestros vacíos, ni a cubrir nuestras necesidades, ni a llegar a donde nosotros no pudimos en este o aquel ámbito (música, creatividad, arte, deporte, etc) que viene a SER, a ser él mismo con todo lo bueno que eso supone y que tenemos que ponerlo en valor.
Espero que estos días de fiestas, de vacaciones, de reuniones familiares, de amigos….nos sirvan para eso, para verlos como son, para crear conexión con ellos, para vincularnos, para disfrutar, para reír, para hacer muchas cosas juntos…..así que yo, desde aquí querría desearos:
UNA MUY FELIZ EPIFANÍA
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"
Te leo siempre, me haces pensar y recapacitar. Gracias!!
Gracias Cristina.
Me alegro que así sea…esa es mi única intención.
Un abrazo.
Amparo.