Hoy me voy a desnudar un poco con vosotras.
Quizá alguna ya os habéis enterado…acabo de mudarme de casa.
De casa, de oficina… y de vida.
Llevábamos 15 años viviendo en un pueblo a 20 km de la ciudad.
Aunque para los que vivís en grandes ciudades con transportes públicos continuos a la ciudad 20 km os parezcan pocos, aquí era una distancia insalvable (el transporte público tiene una frecuencia pésima) para la vida laboral y académica de mis hijos ahora que ya tienen 18 y 19 años.
También dificultaba sus relaciones sociales.
Intentar atender esas necesidades de ellos, complicaba mucho nuestra necesidad de descanso y, porque no decirlo, de independencia.
Así que después de darle muchas vueltas y pensarlo mucho…decidimos buscar un piso en alquiler y trasladarnos, de nuevo, a la ciudad.
Esa ciudad que dejé hace ya 15 años porque quería una vida más tranquila…
Además de lo que supone físicamente meter una casa relativamente grande en cajas, en la que has acumulado 15 años de vida y todos los cacharros que no te ha apetecido tirar en todo ese tiempo, está la parte psicológica y emocional de esa mudanza.
Mudar todos esos sentimientos, emociones y vivencias.
Mi casa, como todas, tenía cosas mejorables.
Y al mismo tiempo, esa sombra bajo ese “árbol del paraíso” (se llama también melia) es mi lugar favorito en el mundo.
Ahí debajo he pasado una pandemia y un cáncer. Me ha dado sombra, refugio, cobijo, paz, calma, conexión…
En muchos momentos pensé que, si había llegado el momento de acabar mi estancia por aquí, al menos ese era un buen lugar.
Así que, para mí, la mudanza ha supuesto una revolución interna tremenda, salir de mi refugio, abandonar el trinar ensordecedor de los pájaros como música de fondo, y no poder aspirar el aroma del boj las pocas veces que llueve, o cuando la noche está húmeda.
Todo eso que me conectaba con algo mío profundo.
La mudanza, no solo ha supuesto una revolución para mí, la ha supuesto para cada uno de nosotros de distintas maneras.
Y como suele suceder, cada uno la ha gestionado y ha reaccionado como ha podido, tanto los adolescentes como mi marido.
Nada que objetar, es lo normal: cada uno tenemos unas necesidades que cubrir y hacemos lo que hacemos para cubrirlas.
Mis necesidades pueden ser unas, las de mi marido otras, y las de cada uno de mis hijos otras, y todas son igual de importantes.
Dicho esto, que en la teoría suena meridianamente claro, no es fácil de gestionar en momentos de crisis…como una mudanza.
A mí me ha hecho falta mucho trabajo interno, mucha consciencia, dejar salir mucha tristeza en forma de llanto, y esforzarme (aunque no siempre lo haya conseguido) en no tomar como personales las conductas de los demás implicados.
Las que me seguís hace tiempo, sabéis que me gusta hilar mis propios estados emocionales internos, al menos los que soy capaz de analizar, con lo que pueden estar viviendo nuestros hijos dado que tienen una historia de vida previa llena de pérdidas, duelos y trauma.
Si yo me he sentido así al hacer la mudanza, que tenía clarísimos los pros, los contras, que tengo ya una edad, y unas cuantas mudanzas a las espaldas ¿Qué pueden haber sentido mis hijos al dejar la casa en la que se han criado desde que están con nosotros por muchas ganas que tuvieran de venir a la ciudad?
Si yo cada vez que he ido a cargar cajas he acabado llorando ¿Es posible que su falta de implicación en la mudanza haya tenido que ver más con su incapacidad para enfrentarse a esa sensación de pérdida que con el egoísmo?
Si perciben el dolor que me produce dejar ese hogar ¿Quizá se estén sintiendo culpables porque saben que este cambio no deseado ha sido para facilitarles a ellos la vida? ¿Es posible que esa “culpa” la manifiesten en forma de rabia, de enfado?
Y voy a ir un paso más allá, si yo he tomado conscientemente esta decisión de cambiar de lugar de residencia y de casa sopesando los pros y los contras, sabiendo porqué y para qué lo hacía y, aún así, me he sentido rota por dentro al hacer el traslado y me siento aún revuelta en la nueva casa, me falta mucho para sentirme a gusto, adaptada, para sentirla mi hogar, para tenerla organizada a mi gusto...¿Os podéis imaginar lo que tuvo que ser para ellos cuándo los adoptamos que su entorno, su casa, y todo su mundo cambió de repente, de la noche a la mañana, sin que ellos hubieran tomado ninguna decisión ni supieran el porqué, ni el para qué, ni pudieran dar su opinión, ni fueran conscientes del beneficio, ni de la pérdida hasta que no se vieron lejos de la única realidad que conocían?
Es que no puedo llegar a imaginar la sensación de vacío y el dolor que tuvieron que sentir en aquellos momentos.
¿Quizá están ahora inconscientemente conectando con todo aquello?
Aunque el cambio sea para mejor, entonces y ahora, para ellos el cambio era supuestamente a mejor…pero eso no es entendible para un niño pequeño al principio…no puede mentalizarlo.
Creo que es muy importante hacer consciencia de todo esto cuando hacemos cambios en nuestra vida, en nuestra rutina…y en las suyas.
Me parece imprescindible tener una red de apoyo que te sostenga en estos momentos en los que, sea por el motivo que sea, se te pone todo patas arriba.
La red de apoyo no siempre es fácil de conseguir.
Es difícil encontrar personas que empaticen con tus sentimientos, sin quererte convencer de lo que ellos ven (ojo, con la mejor intención), sin juzgarte por lo que tú sientes, sin calificarlo de queja o de negativismo, sin minimizar tu dolor…
La mudanza es una situación crítica puntual, pasará.
Nuestras familias por adopción, la crianza de nuestros hijos es para toda la vida…y ahí también somos enormemente incomprendidos. La red de apoyo es vital
Como es difícil encontrarla, y soy muy cabezona, me he propuesto crearla.
Sí, sí, crearla.
He creado la ESCUELA DE FAMILIAS ADOPCION CONSCIENTE (E.F.A.C.)
Esta ESCUELA tiene 3 AULAS:
Aula a la Espera (para familias que están en trámites todavía o a la espera de asignación)
Aula de Infancia (para familias por adopción con hijos hasta los 12 años)
Aula de Adolescencia (para familias por adopción con hijos a partir de 13 años)
Si te parece una propuesta interesante, tienes toda la información en los enlaces (picando sobre los propios nombres). Ahí te aparecen la agenda, el horario, los temas que se van a tratar…
Si quieres hacerme alguna consulta, tienes dudas o cualquier propuesta, solo tienes que darle a “Responder” a este correo y planteármela.
¡Espero verte dentro y poder crear redes de apoyo contigo!
Descarga GRATIS la guía:
"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"