Me encuentro cada vez más un perfil de familia, especialmente madres, que me preocupa.
Así que he querido reflexionar hoy por aquí contigo.
Son esas personas, que leen muchísimo, que escuchan un montón de charlas de un montón de profesionales, y lo que “aprenden” se queda en la mente.
No baja de ahí.
No llega al SER, no lo integran, no lo aprehenden, no lo interiorizan y, por tanto, no lo aplican.
¿Te suena?
Cuando les hablas, bien sea en privado o en grupo, cualquier cosas que propones la respuesta es: “Si eso ya lo sé…pero…”
Y en ese “pero” vuelven a meter todas sus justificaciones, todas sus expectativas y todas sus creencias…todas esas que no han trabajado de verdad.
¿Cuál es el peligro grave de este perfil?
Que se sienten profundamente satisfechas, porque tienen a la mente convencidísima que están haciendo todo lo que hay que hacer, que ellas ya hacen todo lo que pueden, y que el problema sigue estando en el hijo…solo en el hijo.
Y nada más lejos de la realidad.
Indudablemente, los libros tienen mucha información y son una magnífica herramienta, no diré yo lo contrario.
Y al mismo tiempo, te tengo que advertir de que no son mágicos.
Porque tú leas un libro sobre Crianza Conectiva, o sobre CNV nada va a cambiar si tú no haces el trabajo personal, si no pasas por el entrenamiento de ver y sentir qué se remueve en ti.
Aunque te leas siete libros sobre como funciona el cerebro de tu hijo después de haber pasado por trauma, y cuales con las consecuencias de la adversidad temprana, nada cambiará si tú no haces por empatizar y sentir dentro como te manejas con esa “discapacidad invisible” que genera que las funciones ejecutivas de tu hijo no avancen a la velocidad que tú tenías previsto.
Si no lo trabajas en ti, vas a volver a desregularte cuando la tienes que acompañar a lavarse los dientes con 7, 8, 9 años.
Cuando vuelve a dormir a tu cama con 15.
Cuando se hace un ovillo y no puede ir al instituto.
Cuando busca esas amistades que a ti te ponen los pelos de punta.
Suelen ser personas también que conocen a un montón de profesionales, que se quejan (suelen estar en el papel de víctimas a menudo) de que nada les funciona, sin darse cuenta que el problema de base está en su dificultad de compromiso para el cambio.
Empiezas con un profesional, el que sea, y mientras vas contando tus cuitas, consultas, y la relación se mueve en las capas superficiales…todo va bien.
Cuando ese profesional, el que sea, quiere profundizar, te mete el dedo en la llaga, te lanza preguntas que van directas a tu línea de flotación, etc. se busca una excusa (tiempo, dinero, un cambio de estilo, lo que sea…) para no seguir por ese camino.
Mirarte, tomar consciencia, reconocer, reparar, sanar en ti no es fácil.
Es un camino para valientes…
Solemos decir que nuestros hijos son auténticos supervivientes y que son unos valientes.
¿Y no deberíamos estar tú, como persona adulta, a la altura?
Ellos son los que han sufrido abandono, los que no han podido decidir nada, los que han tenido que adaptarse, los que han sobrevivido a todo lo que la vida les ha ido presentando, y además les cargamos a ella con la responsabilidad de reparar, de sanar, de trabajar lo suyo, de cambiar y rapidito esas conductas que nos incomodan…
¿Y tú?
No sé si te resulta una reflexión un poco incómoda para estos días de verano.
Yo ahí te la dejo…
Ahora, sigue disfrutando de las vacaciones.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"