Llevo días pensando en la conveniencia de tratar o no este tema en estos momentos.
Y finalmente, he pensado que quizá es en este momento cuando estamos más abiertos a pensar en todo lo que vamos perdiendo.
Muchas veces, identificamos duelo únicamente con la muerte pero yo he aprendido que los duelos hay que hacerlos por la pérdida de muchas otras cosas: una relación, un trabajo que termina, o una imagen que nos habíamos hecho de algo y que, en algún momento, toca asumir que nunca llegará a ser así.
Mi experiencia personal me ha demostrado que es muy sano hacer estos duelos y que, al igual que los otros, nunca terminan de hacerse.
La “falta” siempre está ahí pero lo importante es ser consciente de ella.
Cuando somos conscientes del dolor que nos supone esa pérdida, de qué es lo que realmente echamos de menos, de qué es lo que queríamos, de qué es lo que tenemos; cuando asumimos como son las cosas y los pasos que nos han llevado a ellas, estamos en paz con nosotros, con nuestra vida y tomamos decisiones en base a ello, en lugar de reaccionar de manera inadecuada ante las situaciones y los retos que se nos van presentando.
Yo por ejemplo, soñaba con ser madre biología desde los 12-13 años, cuando nacieron mis hermanos pequeños, amo a mis hijos adoptivos por encima de todas las cosas, de hecho, me resulta difícil pensar que se pueda querer más, pero la renuncia a ser madre biológica es un duelo que tuve que pasar, y no fue fácil.
Hay que asumirlo y luego mirar de frente al dolor y gestionarlo para poder despedirte de ese deseo.
El problema está en que nos engañamos y ni siquiera somos capaces de verlo.
El otro día hablaba en otra entrada, de que nuestros hijos pasan una crisis importante en la adolescencia porque no se ven reflejados físicamente en nosotros ¿alguno os habéis planteado como llevamos los padres adoptivos que ellos no se parezcan a nosotros?
A lo mejor tienes un sobrino que se parece más a ti que tu hijo…
¿Cómo gestionamos eso?
¿Lo llevamos bien?
¿Aceptamos sus diferencias con nosotros?
¿Lo aceptan nuestras familias extensas?
Yo debo confesar que hay situaciones que aún me cuestan y que sigo metiendo la pata.
Respecto a las expectativas académicas hace mucho que baje el listón, jamás he deseado que sean otra cosa que no sea lo que ellos quieran ser, pero me cuesta, y mucho, aceptar por ejemplo, la desmotivación, la falta de esfuerzo (de lo que yo considero esfuerzo, claro), que no peleen por lo que se supone que quieren hacer….yo acepto una mala nota sin problema siempre que haya visto que has currado y has trabajado y has dado lo mejor de ti, pero eso lo sigo juzgando desde mis expectativas, desde mi perspectiva, desde mí forma de ser y de trabajar que no es ni de lejos la suya.
Se me llevan los demonios porque, siendo inteligentes, no se esfuercen y trabajen lo suficiente para sacar más…
¿Es eso una falta de aceptación por mi parte?
Ellos me lo reclaman así y me oigo con frecuencia “que yo no soy como tú, que eras una empollona y a mí no me gusta estudiar” (y cosas similares).
Quizá es que aún hay “duelos” que no he sido capaz de gestionar, que aún sigo teniendo expectativas en aspectos de su forma de ser y de comportarse… al menos, voy tomando consciencia de ello, aunque duela.
Algunas veces, he sacado este tema en grupos de padres y me han mirado con cara de póker o han mirado para otro lado.
Sé que no es un tema fácil de encarar…pero nadie nos dijo que esto iba a ser fácil.
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Amparo, muy interesante todo lo que cuentas, hay que hacer esa introspección y aflorar muchas cosas, hay algunos pensamientos que son iguales tanto en hijos biológicos como adoptados, lo más importante es aceptar y amar a tus hijos como son, ninguno es una prolongación tuya y ahí está la aceptación, no te pertenecen, sólo les tienes que acompañar y formar, desde el respeto, su ser, que en la mayoría de los casos, es diferente al de los padres y madres. Gracias por sacar este tema tan interesante.