Hablábamos esta semana en mi curso de coaching de las emociones “negativas” que preferíamos muchos denominar como “desagradables” pero necesarias, muy necesarias…
Como el dice el texto de mi amiga Belén Rueda que encabeza esta entrada, son tiempos para sentir tristeza, y no pasa nada si somos capaces de observarla, de ver qué nos mueve en nosotras, de acogerla, abrazarla, sentirla y luego ya sí…dejarla ir, o guardarla en un rinconcito porque también hay que ser consciente de todo lo bueno que tenemos cada día por lo que merece la pena sonreír, y seguir adelante.
Simplemente estar vivo, ya es motivo de agradecimiento, doy fe de ello….
La tristeza es horrible cuando la disfrazamos de rabia, de luchas estériles de odio en redes o fuera de ellas, cuando buscamos evasiones que nos hacen daño para no sentirla, adicciones de todo tipo más o menos dañinas pero que nos ponen el foco fuera de nosotras en lugar de dentro y que nos desconectan de nuestra esencia en lugar de conectarnos con nosotras mismas.
Revisaba estos días porqué motivos me sentía yo triste, que no es algo que me domine en general, porque trabajo activamente conmigo misma para despertar emociones más agradables y positivas, pero que soy plenamente consciente de que ella, la tristeza, me acompaña.
Una historia que me ha puesto triste estos días ha sido la noticia de los buzones para bebés en Bruselas.
Debatíamos en redes si era o no adecuada y positiva esta medida y claro, finalmente, llegas a la conclusión que lo prioritario es defender el derecho a la vida y que, por tanto, era mejor que habilitasen buzones anónimos para dejar a las criaturas a que aparezcan en cualquier otro lugar o que fallezcan…de acuerdo, es cierto, pero es muy triste porque las familias adoptivas sabemos lo importante que es para ellos, para nuestros hijos, poder saber de su origen, de su familia biológica, incluso poder llegar a iniciar una búsqueda en algún momento y, con estos sistemas, lejos que implantar una cultura de adopción, de respeto al origen del menor, de acompañamiento a las familias para que puedan hacerse cargo, si quieren, de sus hijos con apoyos sociales, tal vez con un acogimiento temporal….pues nos cargamos todo de un plumazo y, yo que soy bastante desconfiada, implantamos sistemas que pueden facilitar el que un bebé “desaparezca” incluso sin que esa sea la voluntad de la madre.
Y claro, solo puedo sentirme triste.
El otro motivo que me pone triste, es que es triste, muy triste, no me siento ni enfadada ya, con lo que me ha enfadado a mí siempre el tema del sistema escolar…pues ha llegado un punto que ya solo me genera una profunda tristeza.
Después de llevar toda la pandemia diciendo que si íbamos a salir mejores, que si se podía aprovechar para reformar un sistema fracasado, que si había que atender lo primero las necesidades emocionales de las criaturas que volvían porque había que cerrar ciclos, atender los duelos que traían, etc. hemos vuelto a una escuela, como leía esta semana en un artículo “monstruosa y cruel”: maestros de infantil desbordados por no poder atender a sus pequeños como ellos saben que tienen que atenderles; niños separados, con mascarillas, en continua hipervigilancia por el virus (PCR, confinamientos a destiempo, positivos, negativos, asintomáticos, falsos positivos…); profesores alarmados porque se salgan de su zona, se cambien de pasillo…
¿Necesidades emocionales?
Como se dice en mi tierra ¿lo cualo?
Si antes ya se atendían poco ahora son como ciencia ficción.
Ha pasado de ser ciencia ficción una pandemia, a ser ciencia ficción la atención de la realidad que se debería atender.
Y no solo eso, es que encima se está generalizando y difundiendo la idea de que los niños están encantados, “felices” acabo de leer hace un rato, que están dando una lección y un ejemplo de adaptación….disculpad que me ponga en plan cenizo pero ya veremos a qué precio lo pagamos…
Os pongo un ejemplo que me toca muy de cerca: instituto de secundaria que divide las clases de los cursos superiores en 2 para que haya menos ratio y establece una enseñanza semipresencial (días alternos), segrega el edificio y el patio por zonas y cursos para evitar contagios y poder hacer un mejor seguimiento de posibles positivos.
En principio podría parecer un buen trabajo de logística, pero aquí llega el momento de atender las “necesidades emocionales”.
En la partición de una clase de 4º, curso que ya avisan que es imposible mantener grupos burbuja por la cantidad de optativas que existen, dejan a una chavala de 16 años, que saben de sus dificultades emocionales, de gestión de la rabia, de su desmotivación, que saben que está pasando por una situación difícil en su familia….bien, pues la separan de todas sus amigas (todas en un grupo y esta chica en otro), por tanto en los recreos, no tiene nadie de su entorno con quien compartir el trozo de patio que se les ha asignado.
¿Qué hace?
Juntarse con otra amiga de un curso inferior, que sí está ese día en clase, y saltan todas las alarmas….
Como ya tiene los 16, legalmente, según la normativa habitual del instituto, podría salir fuera del recinto durante el recreo y juntarse con otros amigos de su edad que ya están en bachiller pero este año, por el protocolo Covid, tampoco le dan esa posibilidad…ella lo intenta, y vuelven a saltar todas las alarmas….la coge la plana mayor del instituto: tutor nuevo y 3 jefes de estudio (ahora hacen falta 4 adultos para hablar con un menor) para llamarle la atención y echarle en cara que como puede hacer esas “tonterías” con lo que tiene en casa…ella se pone nerviosa, contesta mal y se va
¿Resultado?
Expulsión por saltarse las medidas Covid y faltar al respeto.
Entiendo que no es fácil, con la que está cayendo, atender las particularidades de cada uno pero ¿de verdad se puede hacer tan mal?
¿No se puede coger una persona, la orientadora, alguien que la conozca un poco, y hablar con ella a ver qué hay detrás de todo, a ver como se puede gestionar de otra manera?
Y ojo, que no estoy defendiendo saltarse las normas ni faltar al respeto a un profesor, no voy por ahí.
De lo que va esto es de lo triste que me pone que se tenga tan poco cuidado en acompañar en unas necesidades a nuestros hijos, porque seguro que hay muchas historias como esta para contar.
Y por último, algo que también me ha puesto muy triste esta semana es ver como el miedo está paralizando a algunas de las personas de mi entorno.
Como el lenguaje que se está transmitiendo desde los medios de comunicación, dando solo noticias negativas y trancando la pandemia con un tono amarillista, está haciendo que, personas que tengo por inteligentes, no opten por la prudencia y el sentido común, sino por ver al otro como el enemigo que puede traerte el virus a casa.
Cuidémonos, cumplamos las medidas sanitarias, seamos prudentes…pero hay que vivir por encima del virus y, sobre todo, del miedo.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"
Pues sí mucha tristeza. Mi hijo fue dejado en la puerta de una casa una noche de enero muy fría y él sin ropita y solo un trapito que lo cubria. Calculamos que no fue mucho el tiempo que estuvo solo, pero sí con mucho frio y hambre.
En los países latinoamericanos y en este caso en México, no se apoya a las madres biológicas que quieren dar a su hijo o hija en adopción y mucho menos si no hay educación ni recursos. Se les juzga y condena.
Y aún asi, no hay forma de que sepamos nada de esos padres, pero un buzón podría garantizar el derecho a la vida de un menor.
Hola Lourdes. Siento que tu hijo tuviera que pasar por eso, es una situación muy traumática. Efectivamente, lo prioritario es la vida y el bienestar de esos bebés que se abandonan en condiciones infrahumanas (o se asesinan directamente) para que, dejándolos en un lugar seguro no tengan que pasar por ese infierno. Hablándolo con una adoptada adulta, nacida en India, me decía que en adopción internacional es dificilísimo que se tenga un seguimiento de la familia de origen porque, como tú bien dices, no existe esa cultura. Los que tenemos hijos de adopción nacional, al menos en España, en algunos casos, sí hay una “trazabilidad” de la familia, aunque saber algo sea lento, muy lento, te encuentres con expedientes perdidos, con datos que no te contaron en su día y un sin fin de situaciones que te revuelven como familia. Un abrazo grande y gracias por compartir.
Hola Amparo, no puedo estar más de acuerdo contigo, ni haberlo definido mejor. A mi también me invade la tristeza pues las noticias son un mazazo , no se si mis hijos estarán tan tristes como yo en su interior, yo tengo un pellizco dentro constante , lo del colegio es una locura, aunque a veces sufrimos más por ellos de lo que en realidad sufren, el panorama es poco alentador, parece que no va a llegar nunca esa normalidad aunque quiero pensar que si. Es todo una locura. Pienso que hay que vivir de manera diferente y adaptarnos a esta situación.
A colación de lo que decías de los bebés sin rastro muchas veces me he preguntado por los hijos de padres y madres donantes de semen y óvulos ¿cómo te tienes que sentir sabiendo que jamás sabrás nada? Es otra cosa que yo cambiaría, que tuviesen los hijos derecho en un momento dado a saber quienes es su padre o madre biológica. Tengo una amiga que se hizo una invitro con dos gemelas que eran trillizas, dejó congelada a la tercera y la donó después de años. Una niña adoptada en embrión que será igual que sus hijas y nació años después, y esta niña nunca sabrá sus orígenes ni su madre de ella ¿qué piensas sobre esto? ¿Cómo les afectará a estos hijos? Nunca se habla de estos casos.
Gracias por compartir
Yo creo que nuestros hijos sí sufren, quizá de manera distinta a como lo sufrimos nosotros, que vemos las situaciones de manera más global, pero sufren. Sufren cuando ven la injusticia, cuando no se sienten atendidos, cuando ven que solo vale la norma sin que se preocupen nada por lo que para ellos es importante. El caso que cuento, es mi hija, otra vez mi hija. Nadie le preguntó al volver como se sentía frente a mi enfermedad, o como estaba yo, pero sí lo utilizaron para atacarla cuando le llamaron la atención por saltarse las “líneas rojas” y eso, a ella, le dolió mucho y reaccionó mal….Realmente la tengo en casa para todo el curso porque hemos decidido que, puesto que ya tiene los 16 y, además por mi situación, lo más seguro para todos es que siga el curso desde casa.
En cuanto a lo que me cuentas de la entrega de una trilliza en donación, es que no sabía ni que se pudiera hacer eso…no salgo de mi asombro. Es que no hay nada de formación sobre las implicaciones de no saber de tus orígenes, de la adversidad temprana que incluye también la concepción, el embarazo, etc….no hay cultura a este respecto en ningún ámbito y luego las consecuencias, pues se ven cuando se ven si hay alguien capaz de “verlas”.
No sé si conoces la sistémica de Bert Hellinger (1925-2019). Era un sacerdote, filósofo y psiquiatra alemán que estudió las implicaciones en los sistemas familiares durante varias generaciones y creó lo que hoy se llaman las “constelaciones familiares” (aunque este no es el nombre que les dió el a priori). Yo llevo años participando en talleres y fórmándome en esta terapia y también ahí se ven, claramente, las consecuencias de estas situaciones “invisibles”. Los abortos, los embriones fallidos de las in vitro, el gemelo que fallece mientras el otro sale adelante…todo esto tiene importantes implicaciones en los sistemas que, habitualmente, se pasan por alto y tienen consecuencias físicas y psicológicas, más allá de las géneticas que tú comentabas.
Gracias Gabriela por estos debates tan interesantes. Un abrazo grande.
Hola Amparo, muy interesante lo que nos cuentas, también buena decisión lo de tu hija pues hay colegios donde no tienen ninguna habilidad para hacerte sentir bien y eso si provoca dolor y sufrimiento a nuestros hijos.
Respecto a lo que te comentaba hay miles de embriones congelados desde hace años, se pueden haber concebido hace 20 años y se adoptan y nacen 20 años después. Pocos testimonios hay sobre eso, pensar que te han concebido hace muchos años, tus padres biológicos ya son abuelos e inexistentes y jamás sabrás nada de nada, ni siquiera hay un hilo de esperanza, es una situación que me genera mucha inquietud.
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