Parece que, por fin, han decidido en la televisión pública española tratar el tema de la educación.
Apenas veo la tele en abierto, la utilizo normalmente para ver alguna película o serie por la que tengo interés pero, casualmente, vi anunciar una serie que prometía: HIT.
Así que la puse a grabar y he visto los dos primeros capítulos cuando he podido.
Trata de los graves problemas de disciplina, más bien vandalismo, que sufren en un colegio concertado (o privado, no me queda muy claro porque es propiedad de la directora, según ella misma dice) y del especialista en problemas de conducta que viene, a petición de la directora y en contra de buena parte del claustro de profesores, a intentar solucionando.
No quiero anticipar nada pero, de momento, promete.
Sobra decir que son chavales de 4º de la ESO en plena adolescencia, claro.
Al ver el 2º episodio grabado, descubrí que después de la emisión del capítulo, hay un programa de debate llamado ¿QUIÉN EDUCA A QUIÉN? guiado por una moderadora que no conozco, hay 6 invitados en plató: 2 psicólogos, un filósofo, el señor que ha creado la serie que os comentaba y 2 adolescentes conflictivas rehabilitadas.
Hay unas 12 personas de público, entre otros, el protagonista de la serie, las madres de las adolescentes, y un señor que trabaja en el centro al que ha asistido una de ellas y que le ha servido de ayuda para retomar las riendas de su vida a través de la cocina.
A través de una pantalla gigante, se ponen algunos otros vídeos con testimonios de otras familias, y se van comentando los comentarios en Twitter que van haciendo los seguidores del programa en redes.
Este es el planteamiento del programa.
Se inicia con 2 titulares cuando menos alarmistas: un chaval de 13 años que ha apuñalado a su padre por quitarle el móvil y otro similar y se especifica que ha habido 5000 denuncias por violencia contra los padres y que los casos se han duplicado durante el confinamiento
¿Y qué esperaban?
En mi humilde opinión, a los que más flojos he visto en sus argumentaciones ha sido a los psicólogos, tenían una oportunidad de oro para haber sido más claros y más directos (dentro del poco tiempo que tienen cada uno para intervenir).
Para mí han estado mucho más acertados tanto el creador de la serie, que también era padre y me da la sensación que sabía de lo que hablaba, como el propio protagonista que debió de pasar lo suyo en su propia adolescencia.
Me era muy fácil empatizar con el dolor de las madres y tengo que decir que las adolescentes han sido súper valientes, al reconocer lo mal que se habían comportado con sus familias, contar lo mal que se habían sentido, ser capaces de expresar el dolor que tenían dentro en aquellos momentos y que habían aprendido a gestionar de otra manera….las dos habían pasado por situaciones muy duras.
El filósofo, muy joven también, intentaba convencer al auditorio de que en todas las épocas ha habido enfrentamientos padres/hijos y que no habían estado exentos de violencia también en otras épocas, que los datos que se dan no representan nada si se dan con la intención de criminalizar la situación o de escandalizar (y razón no le falta) y que se está poniendo mucho el foco, en su opinión, en las malas conductas de los hijos sin incidir en la responsabilidad de los padres.
Con todo este material entre manos, os tengo que decir que la palabra “trauma” ha salido una vez en el programa y de pasada, siendo que las 2 adolescentes que allí había habían tenido conductas muy destructivas hacia sí mismas como consecuencia del trauma…sí se ha nombrado que, en algunos casos, la dificultad de relación ya viene desde la más tierna infancia.
Así como si ya apuntasen maneras pero sin entrar a valorar el porqué.
Para mí las mejores intervenciones han puesto encima de la mesa la falta de responsabilidad, no solo de los chavales no, ahí estaba también la falta de responsabilidad de los padres y de la sociedad en general.
El único que ha hablado de alguna manera de establecer un vínculo con el hijo desde bien pequeño ha sido el actor (que también es padre) y, en algún momento, se ha hablado de la falta de educación emocional, en general, de los padres para saber atender a los hijos en esas situaciones límite, y para saber atenderse a sí mismos.
Las madres se quejaban, y esto os va a sonar, de lo solas que se habían sentido, de no saber donde acudir, de que no había nadie, ni ninguna institución, capaz de ayudar cuando se necesitaba y que entre los padres no se pedía más ayuda por aquello de que “los trapos sucios se lavan en casa”.
Resumiendo un poco me temo que, como ha dicho el filósofo, se quedará en un espectáculo, más o menos morboso sin llegar a aterrizar en la ayuda real y sin poner donde corresponde los cimientos de porqué puede estar sucediendo todo esto.
Dejando a parte los casos de adversidad temprana y trauma que los padres adoptivos o acogedores tenemos muy presentes, y sabiendo que hay muchos otros chavales que han pasado por situaciones traumáticas aún viviendo con sus familias biológicas: abusos, duelos no resueltos, acoso, etc. creo que hay un problema de violencia que no se está atendiendo porque, el problema de base está mucho más atrás y da mucho miedo verbalizarlo porque pondría patas arriba todo el “estado del bienestar” este que tenemos ahora.
Si se dijera alto y claro que un bebé necesita estar los 3 primeros años de vida lo más pegado posible a su madre ( o la figura de referencia que sea si esta no puede, pero mejor ella) para crear una buena estructura emocional
¿Qué hacemos después de las 16 semanas de baja maternal?
Muchos bebés después de esas 16 semanas van un montón de horas a la guardería, los más suertudos se quedan con la abuela pero ni es siempre la misma, ni es la madre, ni hay la misma disponibilidad por edad (sí, lo sé, de todo hay).
Si se dijera alto y claro que, aún después de los 3 años, necesitan estar mucho tiempo con los padres para generar un apego seguro, para fortalecer el vínculo, para que luego socialicen adecuadamente pero “luego” no como he oído a madres con prisas por llevarlos a la guarde a los 4 meses porque tienen que “socializar, que sino está todo el día solo conmigo”
¡Pues con quien tiene que estar!
Es que, si empezamos a sacar todos estos temas a la palestra, y hay especialistas que sí hablan de todo esto, de que estas generaciones que tienen ahora tantos problemas son las primeras que se han dejado sin atención continua de la madre (o del mismo cuidador) en toda la historia de la Humanidad…resulta que se te echan encima las feministas porque estás condicionando el desarrollo profesional de la madre, no sabemos que hacer con los problemas de conciliación laboral, y reconozco que todos estos problemas son de primer orden, por supuesto, pero creo que la crianza adecuada de un hijo está por encima de todo lo demás…
Como se habló también en algún momento del debate, si después de un montón de horas de trabajo y de que el niño haya estado en el cole, en la guarde, en las extraescolares, con la cuidadora….cuando pasamos tiempo juntos no ponemos normas, ni límites porque claro, estamos todos cansados y el niño se rebota, y yo no tengo ganas de pelear…pues la relación se va viciando, el niño va cogiendo fuerza, la autoridad se va debilitando…y ya tenemos el problema servido.
No podemos educar desde la “culpa” desde esa sensación de “con el poco tiempo que paso con él/ella”.
Las familias que educamos a niños que han sufrido abandono y han pasado tiempo institucionalizados, sabemos lo diferente que sería su situación si hubiéramos podido atenderlos desde el minuto uno, si hubiéramos podido atenderles en cada momento de su crecimiento.
Y cuanto más tarde han llegado a nuestras vidas, más evidente se hace esa necesidad.
Así que los problemas de educación no se reducen solo al sistema escolar, del que ya he hablado en alguna otra ocasión, van mucho más allá y tengo la impresión de que no se están atendiendo y lo estamos pagando ya muy caro.
Quizá os parezca que estoy muy pesimista, pero es lo que veo.
Vivimos demasiado ocupados en tener, en llegar a todo, en ser los primeros, en aparentar, que se nos escapa entre los dedos lo esencial, lo importante, lo que debería ser prioritario: SER, estar ahí para ellos.
Y si nosotros no tomamos consciencia de ese SER de nuestras prioridades, de lo importante que es lo que tenemos entre manos cuando educamos a nuestros hijos, de que es una carrera de fondo, en la que no se puede ni tirar la toalla ni mirar para otro lado…pues no va a mejorar la situación ni mucho menos.
Como he leído estos días en una viñeta de Mafalda: La diferencia entre enseñar y educar es que para enseñar hay que SABER y para educar hay que SER (Quino).
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