No sé muy bien porqué, supongo que sería mi momento, estoy tomando consciencia, de una manera profunda, de los errores que he cometido con mis hijos en su infancia y que no han sido pocos.
También me están ayudando las charlas que escucho y lo que leo de hijas adoptadas ya adultas, que tienen la capacidad y la generosidad de contar como han vivido su infancia y te ves reflejada como autora de algunas de las heridas que les han quedado.
Leyendo el resumen de la charla de Claudia Antelo, sobre Crianza Conectiva, me sentía totalmente identificada AHORA con esa manera de hacer y de pensar suya, y me dolía no haberlo sabido hacer así desde el principio.
Soy consciente también que necesito perdonarme por ello, puesto que si me instalo en la culpa, tampoco me va a dejar avanzar y, aprovechando que están en la adolescencia, que es un momento de cambio, de crecimiento, de crear nuevas estructuras neuronales, aún tengo la oportunidad de hacer las cosas de otra manera.
Hoy reflexionaba con una amiga, madre adoptiva también, sobre como habían llegado nuestros hijos a nosotras y como nos había pillado a nosotras esa llegada.
Porque, también ahí, cada uno tenemos una historia que mirar.
Yo, por ejemplo, me metí en esta aventura con algunos duelos sin resolver pero de eso me he ido dando cuenta después, con el paso de los años, y ahora sé que es importante hacer bien los duelos antes de pasar a la etapa siguiente: duelo por los hijos que no llegaron, por esa idea idílica de la maternidad que nos habían contado de pequeñas, por ese bebé que en mi caso nunca estuvo en mis brazos…por todas esas creencias de nuestro imaginario familiar que luego no han sido así.
También me metí en esto con parte de la familia en contra de mi decisión y con otra parte mirándome como si hubiera perdido el juicio.
Luego, unos y otros, han ido cambiando sus prejuicios pero, al principio, eso fue para mí un lastre.
Era como tener el ojo del “gran hermano” en mi cogote continuamente: había que ser perfecta, que tus hijos se comportasen estupendamente en las reuniones familiares (aunque los de los demás no lo hicieran), demostrar que era capaz, que podía, que la situación no me venía grande pero, la verdad, es que estaba muerta de miedo por las dificultades que observaba en ellos, la verdad, es que sí dudaba de mi capacidad de hacerlo bien, la verdad, es que necesitaba normalizarlos a ellos para normalizarme a mí.
La exigencia hacia mí que todo esto provocaba, ahora soy consciente de que era inmensa.
Lo que pensaran los demás, me importaba más de lo que creía, por mucha fortaleza que quisiera aparentar.
Y esa exigencia la proyectaba directamente en mis hijos, por si tuvieran poco con lo que traían, especialmente en el mayor, que tenía la insumisión como forma inequívoca de reivindicar su sitio entre nosotros.
Esta exigencia produce mucha frustración porque no avanzan al ritmo que esperas, la frustración produce rabia, enojo, enfado, desbordamiento emocional…
Claro que, afortunadamente, la exigencia fue acompañada de dosis infinitas de amor, de caricias, de cariño, de risas…pero para todos han quedado grabados momentos de desbordamiento que no deberían haberse llegado a producir porque, como dice Claudia, los adultos ahí somos nosotros y a nosotros nos toca aportar la calma, la empatía, la compasión, el tiempo, la paciencia, la escucha y todas y cada una de las necesidades que ellos manifiesten.
Espero que esta confesión pública de mis errores, que mis luchas que me ha costado llegar a mirar con compasión y con amor, ha sido duro entender que ese ha sido nuestro camino y que, como tal, merece aceptación y respeto, pueda servir para reflexionar, para tomar consciencia de que todos podemos cometer errores, equivocarnos, pero que si lo vemos y lo aceptamos podemos decidir hacerlo de otra manera.
Descarga GRATIS la guía:
"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"
Amparo, no sabes lo identificada que me siento contigo en ésta y en otras reflexiones que publicas, y el bien que me hace leerte.
Muchas gracias
Marisa
Y no sabes lo feliz que me hace porque ese es el único objetivo de este proyecto. Que mi experiencia y mis reflexiones puedan ayudar a otros en un momento dado, igual que a mí me ayudan las de otros.
Amparo, puse un comentario que no debí dar bien a publicar y se ha borrado. No lo podías haber expresado mejor, me siento muy identificada con muchas cosas. Muchas gracias.
Gracias Gabriela. Creo que, la mayor parte de nosotros, tenemos muchos sentimientos y experiencias comunes y, de eso se trata, de sentirnos acompañados y comprendidos en nuestro camino.
Te he mandado solicitud de amistad en Facebook para invitarte a un grupo que tengo allí con el mismo nombre, si te apetece claro.
Muchas gracias por compartir tu experiencia y vivencias sobre la maternidad, los deseos y los duelos que uno tiene que transitar.
Gracias a vosotras por acompañarme. Esa es mi intención, que sirva mi experiencia, mi aprendizaje ayudar a poner consciencia en todos los procesos que vamos haciendo para que os sirvan a otros. Así que yo, feliz de que sirva.
Bienvenida al blog