Cuando la vida te pone ante un reto, del tipo que sea, no solo te enfrentas a ese reto y a todo lo que se despierta en ti, sino a también a como tu entorno, más o menos cercano, reacciona frente a ese reto.
Llevo días dándole vueltas a este tema…
Como muchas sabéis, en este momento tengo un reto de salud importante, que intento afrontar desde la consciencia, con todas las herramientas que tengo a mi alcance, y con toda la fuerza y el optimismo que puedo.
Hay ratos para todo, pero me siento confiada.
Este blog, mi actividad en redes, mis grupos de familias, mis cursos, las charlas a las que me inscribo aprovechando que ahora tengo tiempo….todo me ayuda a estar activa y sentirme bien.
A mi alrededor, veo distintas reacciones que despiertan en mí pensamientos y emociones que también tengo que gestionar y aprender a relacionarme con ellos.
Hay personas que se preocupan por mí, aparentemente, para dar brillo a su fachada, saludan en redes, o cuando hay público, aunque sea online, para que los demás vean que majas son ellas, pero no hay ningún interés real puesto que han tenido ocasión de hacerlo en privado y no lo han hecho, ni lo volverán a hacer.
Hay personas que no se atreven a preguntar, aunque tú les eches un cable escribiéndoles con cualquier otra excusa para que vean que estás disponible, incluso cuando tú has estado ahí, preocupándote por ellas en sus retos.
Hay amigas incapaces de controlar sus propios miedos y emociones aún cuando lo que tú necesites sean risas y no lágrimas (y sé que lo intenta con todas sus fuerzas )…. otras, tan asustadas con la realidad que estás pasando, que prefieren inhibirse y mantenerse al margen, aunque sigan presentes en otras actividades del día a día.
Hay otras que supongo que se mantienen al margen por prudencia, con su mejor intención de no molestar, sin plantearse que no te has vuelto invisible justo ahora.
También hay otras personas que están ahí para acompañar, quizá amigas con las que habías perdido la relación hace tiempo y que, por haber pasado por una situación similar, ahora saben estar ahí tal como necesitas.
Cada una de ellas aporta lo que tiene: fe, oración, meditación, ánimos, información, consejos, fuerza, unas risas, un café online….y eso está bien así, es suficiente y lo agradezco de corazón.
A la que le toca crecer en esta adversidad es a mí, y darme cuenta de que tengo la fuerza dentro mí, la confianza, la esperanza, y aceptar de los demás según puede dar cada uno, sin esperar más, sin expectativas….
Otro reto al que me enfrentó la vida hace años fue, sin duda, la adopción de mis hijos y también entonces fue muy curiosa la reacción del entorno, muy, muy curiosa la verdad.
Tuve la sensación de que, cuando más lo necesitaba, parte de ese entorno fue hostil y otros simplemente, indiferentes.
¿No os pasó a vosotras?
Muy pocos ayudaron y aportaron en lo que realmente hacía falta.
Partimos de la base del enorme desconocimiento que hay de la realidad de la adopción en la sociedad en general y nuestros amigos y familiares no iban a ser una excepción.
Es cierto que nosotros podemos prepararlos para el momento y explicarles de nuestra realidad pero, para eso, es necesario que te escuchen y que quieran entenderlo.
Para nosotros fue algo muy complicado, sinceramente.
Los amigos que no tenían hijos siguieron con sus actividades de ocio y sus horarios sin adaptarse absolutamente en nada a nuestra nueva realidad, aún cuando nuestra vida hubiera dado un giro de 180º, y sin tiempo ni ganas para un café en horario infantil, una quedada en la terraza de un parque, o cualquier otra actividad en la que integrarnos, que habrían supuesto un desahogo, una toma de aire en aquellos momentos tan intensos.
Hubo otros amigos, con hijos, que si estar con los nuestros suponía que los suyos tuvieran que ceder lo más mínimo o adaptarse a la realidad, tan complicada y tan difícil de los nuestros en aquel entonces, no querían tener que hacer ese esfuerzo.
Esperaban que fueran los nuestros los que se adaptaran, con sus miedos, sus traumas, su inseguridad, llegados de otro lugar, en una familia y un entorno recién estrenados, los que se adaptaran a las gracias ( nada graciosas por otra parte) de niños perfectamente adaptados y más mayores.
Así que nos tocó poner límites, marcar territorio y proteger a tus hijos desde la leona que todas llevamos dentro.
Tengo que reconocer que hubo situaciones y comentarios que me hicieron daño, mucho daño.
Quizá estaban hechos sin malicia, posiblemente no querían despertar en mí las sensaciones que despertaron pero tocó gestionarlas y seguir adelante, crecer, aunque entonces no estaba tan “trabajada” como ahora y no fue fácil.
Nos seguimos encontrando a personas que ni entienden ni quieren entender por las realidades que pasamos.
Muchas en nuestros entornos, en el sistema escolar, en cualquier otro ámbito pero ahora ya no consiguen perturbarme ni me hacen daño…soy yo la que he crecido y la que sabe encajarlas de otra manera.
Ser padres siempre supone renunciar a muchas cosas, nada vuelve a ser igual, nunca.
Renuncias a tu vida anterior, adquieres muchísima responsabilidad para sacar adelante a esa personita que depende totalmente de nosotras y me atrevo a afirmar que ser familia adoptiva, y lo digo en especial para las que aún están a la espera, te hace renunciar a muchas más cosas, porque el hijo viene con una historia anterior que tienes que integrar, porque el entorno no siempre va a aceptar esa realidad que traen, porque las expectativas que tú tuvieras para un hijo las puedes ir metiendo en un cajón bajo llave para abrirte a la realidad que ha llegado (esto, en mi humilde opinión también deberían hacerlo con los hijos biológicos por el bien del niño) e integrarla y aceptarla por el bien de todos.
Ahora, también es verdad que, si te lo tomas como un camino de aprendizaje, si buscas, y te haces consciente de todo lo que vives con ellos, no paras de crecer.
Creceremos en la adversidad, pero creceremos sin duda.
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"Lo que me hubiera gustado saber antes de adoptar"