No suelo publicar nada personal en Facebook, pero esta foto de mi propio jardín me enamoró, realmente todo lo que él nos está ofreciendo esta temporada me tiene enamorada, y los comentarios han sido impresionantes, así que he decidido contaros a las que me seguís más de cerca la historia completa de este pequeño rincón….y luego veréis porqué.
Cuando vinimos a vivir a esta casa después de un millón de vicisitudes y de creer en muchos momentos que la íbamos a perder (esta historia es muy larga era por problemas con el promotor y el constructor), lo que ahora veis era una zona de tierra árida y hormigón.
Impensable pensar que algún día veríamos esto.
Un constructor conocido que lo vio me ofreció venir y echar una hormigonera de hormigón porque de ahí no íbamos a sacar nada….es lo que hicieron la mayor parte de nuestros vecinos: embaldosar, o poner hormigón de este bonito pero olvidarse de plantar nada salvo en alguna maceta.
Nosotros es que somos muy cabezones, así que nos lo tomamos con calma y mi marido dibujó un par de diseños diferentes, y nos decantamos por este porque, en un primer momento, dejaba una zona libre para que jugasen nuestros hijos que entonces eran muy pequeños
Una vez decidido el diseño, se puso manos a la obra, edificó con ladrillo y traviesas de madera las jardineras de alrededor en las que ya podía echar arena y gravilla para drenar, y también sustrato, tierra buena y abono para plantar lo que quisiéramos.
En los 20 mts cuadrados que quedaban en el centro, sacó como un palmo de tierra haciendo muchos viajes con un carretillo de mano y las bolsas esas azules del Ikea…él tiene calculados los kg y son muchos, muchísimos…..luego echó tierra buena y la cubrimos de un césped natural que vendían en rollos en el vivero y nos quedó un jardín con una zona de césped para jugar los niños que, en contra de todo pronóstico en esta tierra nuestra de temperaturas extremas, se mantenía verde todo el año porque este pequeño paraíso tiene orientación norte y tenemos hasta musgo en alguna esquina.
Como, además de 2 hijos teníamos una gata siamesa, descubrimos al tiempo que cuando usaba el césped en lugar del arenero, se hacían unos corros amarillos que no había manera de repoblar, así que en unos años, como el césped requiere mucho mantenimiento, y se había ido estropeando por unos y otros, decidimos quitarlo y poner gravilla, que también le daba muchas posibilidades de juego a los chicos…aunque ya se iban haciendo más mayores.
El mayor problema de ese jardín, es que la temperatura y su orientación nos dejaba pocas horas para disfrutarlo: en invierno no le pega nada el sol y es muy frío, en verano es abrasador…salvo por la mañana y por la noche no se podía ni estar.
Así que decidimos plantar un árbol en medio para darle sombra.
En una maceta de la terraza, había salido solo un pequeño árbol de solo una rama y el amigo al que le pedimos consejo sobre qué poner, que es un reconocido arquitecto paisajista, nos dijo que era una melia y que eran muy buenas para sombra, que era una opción excelente y no teníamos que comprar nada.
Había que regarla mucho al principio para que creciera rápido y así lo hicimos, os puedo asegurar que ese árbol lleva muy pocos años ahí en medio y que estamos a partes iguales sorprendidos y encantados de la sombra que da y de como ha cambiado el jardín desde entonces porque la sombra nos da la posibilidad de disfrutar del jardín durante mucho más tiempo en la época de más calor.
De hecho, esta primavera de confinamiento ha sido una maravilla pasar ahí ratos leyendo, desayunando, tomando café, meditando o simplemente escuchando los pájaros al atardecer….
El suelo de gravilla también tenía su parte negativa…ensuciaba mucho, así que lo fuimos sustituyendo por losas de piedra y, en algunas zonas, baldosas de madera.
Nos hemos ido adaptando a los tiempos, modificando lo que no daba buen resultado y conformando un nuevo suelo, cambiando plantas, probando a tener huerto…hemos ido haciendo muchos cambios en estos 11 años hasta que hemos conseguido tener esto que veis, y estoy segura que aún iremos haciendo algún cambio más.
La vida es cambio.
Os decía al principio que os contaba todo esto por un “porqué”… me he dado cuenta, que la historia de este jardín se parece mucho a la evolución de mis hijos…no ha sido fácil, nos hemos encontrado con muchas dificultades, pero estoy muy orgullosa, en este momento, de lo que hemos conseguido.
Cuando llegaron mis hijos hace 14 años alguien, que entonces consideraba mi amigo me dijo: “este porque lo vais a llevar vosotros derecho pero vaya cara de bala que tiene” (más o menos como el que me dijo de echar hormigón al terreno).
Han ido surgiendo muchas dificultades, muchas, especialmente mientras hemos tenido que convivir con el sistema escolar, no sé si la Sra. Celaá es consciente de esta realidad de sufrimiento por la que pasan muchos niños ahora que he leído que pretende cambiar la ley de Educación por enésima vez en este país nuestro, y como siempre, sin contar ni con los expertos, ni con el consenso de los demás.
El mayor ha tenido unas dificultades y la pequeña otras, a edades diferentes, por distintos motivos…y ahí hemos ido adaptándonos, buscando apoyos, ayudas, unas veces acertadamente, otras dando palos de ciego.
Nosotros también hemos pedido ayuda para nosotros mismos, hemos leído, acudido a Jornadas, a charlas, a escuelas de padres, a grupos de apoyo….y juntos hemos ido evolucionando como familia hasta conformar lo que somos hoy. Igual que hemos hecho para ir modelando el jardín y hemos hecho cambios cuando algo no nos iba bien.
Con mis hijos también habrá que ir haciendo más cambios, seguro, adaptándonos a nuevas situaciones, atendiendo nuevas necesidades pero, hoy por hoy, igual que me enamoro de esa alfombra dorada que me ofrece la caída de la hoja de la melia que en verano me da sombra, elijo disfrutar de lo que me ofrece su momento.
Aún estando en plena adolescencia, mis hijos me están ofreciendo intensas e interesantes conversaciones sobre su futuro, sobre las expectativas que tienen para su vida laboral, sobre las dudas que se le presentan por las dificultades que ha tenido con los estudios, o sobre como se ven como padres en un futuro más o menos lejano, sobre sus propios proyectos, piden consejo sobre como llegar a donde quieren llegar, nos trasladan las dificultades que tienen con algunas relaciones con amigos o parejas (son totalmente consciente de que cuentan hasta donde quieren ¿eh?)… creo que tenemos mucho para agradecer y disfrutar pero soy consciente, me hago consciente, de que al igual que con el árbol, todo esto hay que cuidarlo desde lo más abajo que podamos.
Nuestros hijos han llegado ya con una edad y una historia, pero desde el momento que están con nosotros, hay que cuidar, regar, poner buena tierra, consultar con los expertos siempre que haga falta, buscar ayuda también y sobre todo para nosotros…y luego aprender a esperar y confiar en que van a crecer, a florecer, y que vamos a disfrutar de ellos y mucho.
Sé que pasamos por situaciones muy complicadas, dolorosas, que parece que nunca va a salir el sol….pero hay que coger fuerza y aire los días soleados para ser capaces de superar las tormentas venideras.
Cada vez que escucho a una adoptada adulta disfruto más.
Escuché a dos en las Jornadas del XX aniversario de Adoptantis, y después de todas las dificultades por las que han pasado, cada cual dificultades distintas, han salido adelante, han encontrado su sitio, su lugar en el mundo y son felices con sus trabajos, con sus vidas….creo que eso tendría que darnos un subidón de esperanza a todas.
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