Hace tiempo que le daba vueltas a la idea de hablar de este tema, en mi opinión tan peliagudo o quizá, simplemente, es el miedo que me dan a mí, y ese miedo es el que me hace sentirme incómoda con el tema.
He relacionado la idea de las adicciones, supongo que como muchas de vosotras, a la pérdida de control sobre la propia vida, a la marginalidad…y sí es cierto todo eso está ahí pero en esto, como en tantas otras cosas, me ha tocado ir abriendo la mente, ver un abanico mucho más amplio de posibilidades.
Vivimos en una sociedad, en mi opinión, excesivamente permisiva con las adicciones “legales”: casi todo el mundo mira para otro lado con el problemón de los botellones o cuando los chavales empiezan a fumar, pero también es alarmante como hablan los profesionales de lo extendido que está el consumo de cannabis entre los adolescentes, que lo perciben como algo inocuo, que en otros lugares está legalizado…. y, cuando sale el tema entre los padres, al igual que pasa con otras muchas situaciones, nunca son los nuestros, eso pasa en otras casas pero los nuestros no, no hacen esas cosas y, si las hacen, entonces volvemos a la justificación y la permisividad: son fiestas, puntualmente, algún fin de semana….
¿Somos realmente conscientes de lo que nos estamos jugando?
Y luego están todas esas adicciones que, como no deparan tan mal pronóstico pues hay muchas personas, incluso adultos, que ni siquiera se plantean que lo son: adicción al azúcar, a la comida, al trabajo, al sexo, a los juegos de azar pero también a los videojuegos….
¿En qué momento algo hace click y pasa de la normalidad a la adicción?
Enredada en todas estas cavilaciones y con el nivel de alerta en estado máximo por lo que percibo a mi alrededor, me encontré hace un par de semanas con que Anabel González, en sus charlas a través de su canal de Instagram anabelgonzalez_emociones5.0, planteaba una charla precisamente sobre este tema con Miguel Fuster, apasionado como él mismo se define, en acompañar estas situaciones.
Como de Anabel sí había escuchado otras charlas y muy interesantes pues allí que me fui, a ver qué podía aprender de todo esto, a ver como podía aprender a gestionarlo o verlo desde otra perspectiva o integrarlo para tomar consciencia de por donde vienen y como se instalan en nosotros adultos, y en nuestros hijos, todos estos mecanismos.
¡Qué delicia de charla!
A pesar de lo duro de las realidades que relataban en algunos de los ejemplos que puso Miguel que pasaban por su consulta, con cuanto amor, con cuanta aceptación, con qué conocimiento del sufrimiento de esas personas hablaba…yo, en mi ignorancia, nunca había oído hablar así de este tema y, como no, se me abrió otro mundo y otra perspectiva. Voy a intentar contar lo que a mí me llegó, y como me llegó, y si queréis acceder al video de la charla completo, lo tenéis colgado en el canal de Instagram de Anabel.
Por si los que tenéis niños pequeños creíais que este tema aún no iba con vosotros, explicaba Miguel que el problema de fondo está en la falta de regulación de las emociones, en esos niños que por una infancia de adversidad, de trauma del tipo que sea, o porque no se han sentido regulados en sus emociones, no han encontrado nunca la calma, y entonces, cuando llega la adolescencia, que es una etapa de enormes aprendizajes muchas veces desde el riesgo, y prueban sustancias se enganchan a esa sensación que les produce al principio la sustancia, puesto que muchas veces después continúan enganchados a ese recuerdo, a esa sensación del principio.
Sería similar a la sensación del principio del enamoramiento….
Tampoco hace falta que el enganche sea a alguna “sustancia” también están los trastornos de alimentación, los videojuegos, los juegos de azar, la pornografía…
Si de fondo hay unas emociones bien reguladas, si se ha encontrado calma, puede pasar como una experiencia temporal de prueba, como un entretenimiento pasajero pero, para los que han vivido desregulados, el riesgo de enganche es mucho mayor.
Esa adicción se convierte en un bastón en el que apoyarse para estar regulados, y entonces ¿Cómo salir de la adicción?
Pues hay 2 puntos claves: la conexión y la consciencia….
Conseguir conexión consigo mismos, con la vida, con su entorno, con algo que les apasione y que les produzca las mismas sensaciones placenteras y de calma que produce la adicción.
El deporte podría ser una de ellas por las sustancias químicas que el cerebro segrega al practicarlo, pero también la música o cualquier otra cosa con la que al adicto le brillen los ojos, que le ayude a conectarse, a sentir, a ser.
Y la consciencia de lo que están haciendo, de lo que consumen, sea lo que sea, que no sea con el automático puesto sino que sean conscientes de ese cigarro que se están fumando, del porro, de la copa, de lo que se están comiendo…y que lo hagan respirando hondo, saboreando, siendo conscientes.
Así que, de nuevo, como tantas otras veces, volvemos a la importancia de la consciencia, de estar conectados con nosotros mismos, con nuestro SER y poder transmitirles esa calma a nuestros hijos, de enseñarles a regular sus emociones y ser nosotros un espejo en el que reflejarlas, de establecer con ellos un apego seguro que les ayude más tarde a tener ellos el andamiaje sobre el que sustentarse, sin necesidad de acudir a otros “bastones” que tengan consecuencias negativas para ellos.
En ocasiones, puede ser una aprendizaje por el que haya que pasar temporalmente, algo que necesiten probar, pero lo peligroso es que no puedan sentir esa calma que necesitan de ninguna otra manera.
También me pareció importante la idea de fomentar en ellos esa pasión que todos tenemos, ayudarles a encontrarla y acompañarles en desarrollarla para que esa sea su mejor adicción, algo que les enganche a lo bueno y lo bonito de la vida, a eso que saca lo mejor de ellos mismos.
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La importancia de la consciencia en todo lo que hacemos, tiene gran impacto en nuestra vida. Y, me parece que, sólo podemos llegar a ella en el silencio interior, el bullicio nos impide darnos cuenta de lo que pasa. Saludos.
Gracias Mónica. Efectivamente, demasiado ruido en nuestras vidas. Ruido interno, al menos en mi caso, de lo que debería y no debería hacer o dejar de hacer; ruido externo a veces con buenas intenciones y otras no tanto, cargados de prejuicios, creencias limitantes, y egos. Es difícil mantenerse en esa consciencia para ver qué nos pasa y qué pasa realmente a nuestro alrededor. Un abrazo y feliz año.
Gabor Maté habla de las adicciones como un síntoma del trauma; que claro tiene conexión con lo que mencionas sobre la falta de regulación emocional de pequeños, esa falta de apego seguro que está presente en las personas con trauma. Gabor Maté propone trabajar el trauma con la persona que es adicta a algo (porque lo que busca con su adicción es desconectar de su dolor) para que sanando el trauma, pueda dejar la adicción. Comenta también que dentro de una persona adicta hay una persona sana que no ha podido expresar sus emociones.
Así es. Al menos es lo que he escuchado en los especialistas que más me resuenan sobre este tema.
Es este mundo lleno de creencias y prejuicios, muchas veces asociamos adicción a vicio, a falta de voluntad, a mala vida y, lo que voy aprendiendo, es que hay mucho dolor detrás. Mucho sufrimiento acallado, que desregula, que disocia, que desconecta….y se busca la “sustancia” (sea la que sea: drogas, sexo, compras, videojuego, deporte extremo, trabajo sin fin) que adormecer ese sufrimiento.